Capítulo 31

James entra en mi despacho, su cara de asombro no tiene precio. Ya no soy esa mujer que él conoció, como una vagabunda, ahora se ha encontrado con una mujer valiente, fría y poderosa.

Camino con paso ligero hasta la puerta y le digo:

—Buenas tardes, señor Campbell —extiendo mi mano.

—Buenas tardes, Mía —me saluda, estrechando mi mano.

—Si eres tan amable, prefiero que me llames por mi apellido, es Crawford —digo con firmeza.

—Estás preciosa.

—Ese comentario es inapropiado. ¿Cuál es el motivo de tu visita?

—Te echo de menos.

—Señor Campbell, le ruego que me explique el motivo de su presencia aquí. Dudo mucho que haya venido para decirme palabras bonitas. Le recuerdo que lo nuestro terminó hace tiempo y no soy de las que miran atrás, ni siquiera para tomar impulso. No puedo ofrecerte más tiempo, tengo una cita muy importante.

—¿Tienes una cita?

—Sí, es cierto, tengo una cita. Y como mujer soltera, estoy en mi derecho de vivir mi vida como me plazca —No menciono que se trata de una cita
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