Habían pasado diez años aproximadamente desde aquel momento, tenía 22 ahorita mirándome en el espejo viendo como había crecido la pequeña Marina para ser una mujer madura, hermosa e inteligente. Me repetía mentalmente siempre, las palabras que me enseñó mi padre Orlando; al lado de mi madre Elizabeth quien siempre estaba pendiente de Steph y de Mario para que fueran unas grandes personas, con proyecciones a futuro como nosotros. Angie, ya era madre por haberse enamorado de un idiota, pero adoraba a ese imbécil porque resulto siendo Juan Mario, mi hermanastro ¿irónico? si lo creo, pero era adecuado; ya que ellos no compartían sangre realmente.
— Seré la madrina de ese bebe, ¿entendido? — Dije volteando a ver su barriguita de ocho meses —, Todavía no puedo creer como te dejaste embarazar de ese idiota — Exclame señalándolo, quien solo rodo los ojos mientras se acomodaba la corbata.
— Igual que mi padre se dejó enredar de Ariana y ahora no tienen uno, si no dos hijos — Dijo encogiendo