Fuera, el edificio del café seguía en pie, igual que siempre.
La única diferencia era la presencia de guardias, perfectamente uniformados, que hacían que la escena pareciera muy distinta a la de cualquier otro día.
El grupo de guardaespaldas había llegado antes de que aterrizara el helicóptero. Nadie se atrevía a acercarse ni a averiguar qué estaba ocurriendo.
Cuando el rugido del helicóptero resonó y aterrizó en el helipuerto, muchas personas salieron de sus tiendas o detuvieron sus actividades por un momento para mirar. Pero pronto se escucharon otros motores acercarse.
Eran refuerzos de seguridad del Grupo Alexander, fácilmente reconocibles por el emblema blanco con el logotipo de la empresa en sus chaquetas.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué está el equipo de seguridad del Grupo Alexander en esta isla?
—Vi en la televisión que el presidente estaba en Elaris.
—Escuché que el alcalde de aquí es amigo del señor Alexander, ¿no?
—¿Será que vino de vacaciones?
—Pero, ¿por qué hay tantos agen