Princesa por Contrato
Princesa por Contrato
Por: itsButterflys
Prólogo

La música resonaba en la lujosa mansión, mientras las risas y los murmullos se mezclaban en el aire. Las fiestas de los Marshall, eran las más famosas en la ciudad y todos se reunían para disfrutar del placer y los juegos. Era una noche de celebración, una noche en la que todos parecían estar disfrutando de la vida sin preocupaciones. El lugar se iluminaba con miles de luces creando un espectáculo que atraía a los invitados. En el centro del jardín, una majestuosa fuente de mármol lanzaba chorros de agua que bailaban al ritmo de la música. Añadiendo un toque de encanto a la celebración. Los sirvientes vestidos con elegantes uniformes se desplazaban con gracia, sirviendo exquisitos manjares y refrescantes bebidas a los invitados.

Entre la multitud, Anton Shawsen, el hijo menor de la familia, un chico alegre y audaz a quien le fascinaban los juegos y las apuestas, se encontraba absorto en una partida de cartas. Las apuestas iban en aumento y su confianza se desbordaba, su padre iba a estar orgulloso cuando llegara a casa con semejante cantidad de dinero. Estaba seguro de que ganaría esa mano y se llevaría los diez mil dólares que estaban en juego. Pero entonces un hombre misterioso se acercó a la mesa. Nunca lo había visto por la ciudad y a juzgar por su vestimenta y los hombres que cuidaban su espalda, tenía más dinero que cualquiera de los jugadores en la mesa.

—¿Qué tal si jugamos algo más interesante? —sugirió el desconocido con una sonrisa astuta.

Era un hombre mayor de apariencia distinguida. Su cabello canoso y bien peinado denotaba sabiduría y experiencia, mientras que sus ojos verdes brillaban con un destello enigmático que dejaba entrever una historia detrás de ellos. Vestía con elegancia, llevando un impecable traje oscuro que realzaba su figura esbelta y su porte seguro.

—Lo lamento, caballero, pero temo que no tengo más dinero para apostar —le respondió con educación.

—Puedes apostar algo más valioso que el dinero, si ganas, te daré el doble de lo que has apostado.

Anton llevó su mirada a la mesa donde los billetes descansaban, su corazón latió más fuerte, con todo ese dinero sin duda podría comprar muchas cosas y lo dejarían entrar al burdel más caro.

—¿Algo valioso como qué?

—Tu esposa —le dijo el hombre desconocido tomando asiento al frente.

El soltó una carcajada, era muy joven para casarse, ni siquiera pensaba hacerlo algún día.

—No tengo esposa, amigo.

El hombre tomó un trago del vaso de ron que estaba en la mesa y dibujo una sonrisa en su rostro.

—¿Tienes hermana?

Anton se tensó. Valeria no era en absoluto una mujerzuela que podía arriesgar en apuestas, su hermana era el tesoro de la familia, su padre lo mataría si algo le sucediese por su culpa.

—Mi hermana, no está en juego.

—Dos millones de doláres, Anton —le dijo el hombre—. Si ganas te daré dos millones de doláres, si pierdes, me entregarás a tu hermana.

Aquello era demasiado dinero, su familia no necesitaría nada más, podrían alejarse del mundo de las carreras y simplemente disfrutar de los placeres de la vida. Confiado en sus habilidades como jugador, aceptó el desafío sin pensarlo dos veces. No iba a perder a su hermana, estaba seguro de que ganaría.

El juego avanzaba rápidamente y se da cuenta de que las cosas no van como él esperaba, aquel hombre sabía lo que hacía. Su confianza se desvanecía con cada carta que volteaba sobre la mesa. Y antes de que pudiera darse cuenta su suerte estaba totalmente sellada.

El desconocido sonrió triunfante mientras Anton se quedaba sin palabras. Había perdido la partida y, con ella, a su hermana. Su rostro palideció, sus ojos se abrieron con incredulidad y sus manos temblaron levemente, incapaz de aceptar lo que acababa de pasar. El silencio se apoderó de la habitación mientras intentaba controlar la mezcla de emociones que lo invadía. Se sentía culpable y desesperado sabiendo que su hermana estaba ahora en manos de un extraño debido a su propia apuesta imprudente. Pero lo peor estaba por venir. Los guardias del hombre se le acercaron y lo levantaron por los brazos, aquel hombre se acercó a él con los ojos llenos de malicia.

—Recuerda bien esto, Anton —dijo con voz amenazante—. Si no cumples con tu parte del trato, no solo perderás a tu hermanita, sino que también perderás a toda tu a toda tu familia. No quiero que olvides las consecuencias de tus acciones.

Él tragó saliva con dificultad, sintiendo un nudo en el estómago. No había escapatoria, tenía que regresar a casa y enfrentarse a la furia de Valeria cuando se enterara de la apuesta que había perdido.

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