Misael es el hombre menos agradable que alguien podría conocer. Un carácter de los mil demonios y un odio profundo por la humanidad. Es fiel a sus amigos, pero no soporta a la gente débil ni las mentiras. Adicto a su trabajo como dueño de una de las mejores empresas de seguridad de Europa. Emili Charllote es la princesa rebelde de Escocia. Amigable y nerviosa. Su abuela la envía a Noruega para que aprenda a vivir con lo que ella tanto anhela. Ser una plebeya. Dos polos opuestos a los que les toca convivir en la misma casa por una petición del hermano de Misael. La diferencia es que, Misael no sabe quién es Emili y ella tampoco está dispuesta a contarle las verdaderas razones de su salida de Escocia.
Leer másAclaratoria importante antes de seguir leyendo este libro; el país en el que se basa esta historia es Edimburgo, Escocia. No se tomará en cuenta la verdadera nobleza que todos conocemos. Se toma en cuenta los títulos, palacios y cualquier información sobre reyes, príncipes y princesas. Solo que el resto será ficción.
Gracias.
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Obra registrada bajo el número: 2410299952238
Con fecha: 10/28/2024
Prohibida su reproducción total o parcial de ella.
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No sé como iniciar esta historia. Creo que puedo hacer el intento de comentar mi situación actual de vivienda. Normalmente, los padres nos abren las alas para que volemos y vivamos fuera de casa al cumplir cierta edad. En muchas ocasiones, tenemos mala relaciones con ellos y somos echados de la casa materna y después, están las personas que son como yo. Gente que son echados por caprichos de una reina.
Digamos que no tuve una mala vida cuando era pequeña. Creo que mientras estuvo vivo la persona que realmente me miró durante mi infancia, puedo decir, que no tuve una mala vida en ese tiempo. Solo que al ir creciendo, me fueron mostrando la otra cara de la moneda. Mi mente y conocimiento se ampliaron mientras estuve aislada y rara vez salía porque fingían que había estado enferma. Mi visión sobre las cosas viajaron lejos de las cuatro paredes en la que solía vivir. Mi vida después de eso se convirtió en una actividad de riesgo y un deseo continuo de querer salir de ahí.
Mi familia es leal a las normas y leyes impuestas por la reina. Mi familia no es agradable. En mi familia respiran y se desviven por la corona y las normativas reales estrictas. Mi abuela es la reina de Escocia. Sí, todavía quedan algunos monarcas. Cuando era pequeña solían decir que era la segunda bendición para la nación, pero por algunos acontecimientos en mi vida ajenos a mi propia voluntad, ahora soy la vergüenza del reino.
No lo debería decir, pero tal vez puede ser que esté huyendo aprovechando que me corrieron del que un día fue mi hogar.
Por órdenes de su alteza real, fui echada del palacio que me vió crecer un día. No es que me moleste, pero no había necesidad de sacarme de la manera en la que lo hizo para hacerme entrar en razón. Aunque sé perfectamente que me lo busqué, pero igual me da un poco de indignación su falta de respeto.
Mi abuela me envió a vivir a Noruega. Allá no tengo ni idea de como se supone que voy a sobrevivir, bueno, sí sé, pero un poco de dramatismo no está de más. Las órdenes reales de la reina fueron:
—Perderás todos tus privilegios como princesa. Vivirás en un hogar compartido, trabajarás y serás plebeya. No causes problemas ahí nadie te conoce. Ruego a los cielos todos los días que después de esta vivencia logres recapacitar y sepas cuál es tu posición.
—Reina, por favor, creo que podemos hablar sobre esto. Yo no tengo la culpa de...
—No empieces, Emili. Desde el inicio te lo advertí. No me iba a aguantar una más. No me importa a donde te vayas. Pero debes cambiar esa manera tan... las cosas no son a tu modo. No es como tú dices. La reina soy yo y me debes obediencia. Te quejas por todo y haces lo que te da la gana. Estoy cansada de meter la mano por ti y tratar de que entres en razón. Eres una princesa rebelde y eres la vergüenza de mi reino. Ni siquiera puedo casarte con alguien porque das pena. Edward se encargará de que vayas a un buen lugar... contigo he terminado. Ahora, vete, empaca tus cosas antes de que te desherede y te quite tus títulos reales de verdad.
—Ni siquiera te importa que me vaya a vivir con un desconocido. He aguantado tanto... Aquí a nadie le importo ni un poquito. Siempre me aislaron y...
—¡Largo, Emili! Vete con Edward a donde sea que él quiera enviarte. Si vas a seguir así, te voy a desterrar y te llevarás a tu karma. No creo que te guste la idea de llevarte a alguien del palacio. Así qué, es suficiente y vete en sana paz. Estoy cansada de ver tu rostro lleno de... solo vete y déjanos vivir una vida tranquila sin ti.
—Como usted ordene, su majestad —respondí con ganas de llorar.
En el palacio soy el cero a la izquierda que más ignoran. Mi palabra no es ley y la de mis padres es callada por la voz de la reina. Voy a vivir en un departamento con un desconocido. Pero sinceramente, quería huir de casa. Por más comodidades que tuviese en el palacio, no todo lo que brilla es oro. En Noruega podré ser quien yo quiera y trabajar de lo que sea. Por primera vez elegiré qué hacer en mi vida sin una voz que me persiga y diga que soy un completo desastre.
Tengo los sentimientos encontrados y el corazón a mil por hora.
Deben pensar que les he contado todo, pero no.
Aún escondo cosas, aún guardo secretos, aún no digo el verdadero motivo de mi salida del país. Solo he dicho de dónde vengo y de quien provengo.
El resto seguirá siendo un secreto.
¿Cómo es el hombre con quien viviré?
Es un sujeto amargado amante del orden. Por darme alojo y ser mi niñero me odia. No quiere ser mi amigo, no confía en mí y me rechaza por esa razón. Yo decidí aceptar y guardar silencio como siempre para no ser descubierta.
No debo molestar o la reina mi cabeza cortará.
Es broma... creo.
Él es un CEO ex militar dueño de una empresa de seguridad.
Yo soy princesa.
Él es noruego.
Yo soy escocesa.
Él no confía en mí.
Yo le di motivos.
Él y yo no tenemos nada en común, pero la vida nos unió y lamentablemente nos tocó conocernos.
Hola, soy Emili y les contaré como fue engañar al tipo más amargado de Noruega sin morir en el intento.
Palacio Real de Holyrood.Edimburgo, Escocia.Meses después...23 de octubre de 2025Hoy es un día crucial para la realeza escocesa. Después de casi setenta años, mi abuela ha decidido abdicar. Su sucesora será mi madre y, aunque ha estado muy nerviosa en estos últimos meses, espero que esté preparada para lo que se viene. En el palacio se encuentran los reyes y futuros monarcas de todos los países. La atmósfera es densa, solemne.Han sido meses caóticos para mí, sin un solo respiro. Misael y yo apenas hemos tenido tiempo para vernos, pero nuestro amor sigue en pie. Le confesé que no estaba embarazada y, aunque fue un golpe duro, no se desanimó. Seguimos juntos… y le prometí que hoy sabría toda la verdad.Hoy es el día en que, por fin, puedo ser libre.Sé que no debería expresarme así, pero no quiero ser parte de la realeza mientras mi abuela y mi madre sigan en el trono. No me permiten renunciar, por eso estoy aquí. Dejé atrás los principios reales para abrazar unos más humanos, más
Palacio Real.Edimburgo – Escocia.27 de diciembre de 20XX.La noche anterior a mi partida fue un suspiro eterno, una despedida silenciosa entre caricias y promesas que no podíamos garantizar. Le pedí una última noche juntos. No quería un adiós frío ni palabras que se llevara el viento. Quería que, si ese era el final, al menos quedara grabado en la piel.Misael me miró con los ojos brillantes, como si supiera que estábamos cruzando una línea invisible. No dijo nada, solo me abrazó, como si pudiera detener el tiempo con la fuerza de sus brazos. Cada roce fue un intento desesperado de retenernos, de fundirnos en uno solo antes de que la distancia se impusiera.No fue solo deseo. Fue amor en su forma más pura y más triste. Su frente tocó la mía y nos quedamos así, respirando el mismo aire, escuchando nuestros latidos acelerados. Sus manos recorrieron mi espalda con una dulzura reverente, como si me memorizara, como si no quisiera olvidar ni un centímetro de mí. Y yo hice lo mismo. Lo be
MisaelTenía demasiadas emociones encontradas. Primero, no esperaba que sus cicatrices fueran producto de un accidente. Segundo, no esperaba que su abuela quisiera matarla por eso y tercero, aunque lo deseara… no lo esperaba. Que la mujer que amas te diga que puede que seas padre no tiene comparación alguna.Me siento ridículamente feliz y el hombre más afortunado de la tierra. Eso es en caso de que Emili esté embarazada. Esta vez haré las cosas bien.—Aunque no está confirmado todavía, puede que tengas un hermanito —le cuento a la lápida de mi hijo—. Serás el hermano mayor, Mark —pongo unas flores de colores olorosas en un jarrón—. Encárgate de cuidarlo mientras es un angelito y, cuando llegue a la tierra, me encargo yo.Me levanto de la grama y siento mi corazón partirse. Siempre me pasa esto cuando me toca marcharme de aquí.—Como desearía que estuvieses aquí —suspiro y veo al cielo—. Te amo, campeón.Empecé a salir del cementerio. Pasaría por Emili después de su clase para irnos a
Palacio Dalkeith. Dalkeith, Escocia. En la actualidad.Todo está revuelto en el palacio desde que el maldito ruso tuvo la osadía de enviar una amenaza directa a la reina. Iluso. Cree que por mostrarle un vídeo donde la bastarda es golpeada va a someterla. Qué estupidez. El último que intentó chantajearla terminó con una rama incrustada en el pecho y su cuerpo desperdigado por un barranco tras una explosión. Si mi padre tan solo no se hubiera enamorado del asqueroso rey… Si Emili no me hubiera robado su amor… Si el rey no hubiese amado a mi padre con esa ceguera enfermiza, todo sería distinto. La reina aún no sabe que soy pariente de Cameron. Qué ironía. La muy desgraciada me contó emocionada cómo disfrutaba hacerlos sufrir. Mi padre la enfrentó… y esa tarde murió. La explosión fue rápida, pero no suficiente para borrar el eco de su grito. Desde ese día, lo juré. Me vengaría de Emili. Le robaría todo lo que me fue arrebatado. Todo es su culpa. Se hacía la amable, fingía humil
Edimburgo, Escocia.18 de diciembre de 20XX.Hoy cumplo catorce años. No sé si eso es algo bueno o malo. Supongo que depende del cristal con que se mire. A pesar de que mi vida no ha sido perfecta, tengo dos razones que me hacen sonreír aunque llueva por dentro: mi abuelo y mi hermano. Ellos son mi refugio. Mi hogar. Mis pilares cuando el mundo parece quebrarse. Aunque mi abuela me odie y mi madre sea más reina que mamá, tengo el cariño de mis padres, o eso quiero creer. A su manera... ellos me aman.Esta mañana, en lugar de abrazos, recibí una nota. Decía que llegarían tarde. Lo habían olvidado. Otra reunión diplomática, esta vez con el rey de España. Como si mi cumpleaños pudiera posponerse.—Cameron, creo que mi niña no quiere ir por su regalo —la voz de mi abuelo retumbó desde la puerta como un rayo de sol rompiendo la tristeza—. Mejor vamos por la pizza y el helado nosotros.—¡Tato! —corrí hacia él sin pensarlo, saltando a sus brazos—. ¡No me dejes por irte con Cameron!—Su altez
Cuando por fin había reunido el valor para hablar con Misael, cuando por fin había respirado profundo y armado un pequeño discurso mental... el destino volvió a jugar en mi contra.Tocaron la puerta. Urgente. Llamados de emergencia. La ciudad nos necesitaba. O, mejor dicho, los necesitaba a ellos. Misael y Liam salían esa misma noche rumbo a Emiratos Árabes. El príncipe había solicitado a los mejores, y ellos, como soldados experimentados, partieron sin dudarlo.La oportunidad se esfumó como arena entre mis dedos. Y con cada día que pasa, la pesadez en mi pecho crece. Me cuesta respirar. Me cuesta sonreír. Me cuesta fingir que no estoy rota por dentro.Ser princesa se ha convertido en mi maldición.—¿Hasta cuándo vas a guardar el secreto, Em? —pregunta Edward, con esa mezcla de preocupación y autoridad que solo él puede manejar. Estamos almorzando sushi en un restaurante japonés del centro, pero ni el sabor del atún fresco logra calmar el torbellino que llevo por dentro.—Alaric tomó
Último capítulo