-Yo no... - trató de hablar Juan.
-Tranquilo, lo entiendo - le calmó de forma divertida. - Mis labios están sellados.
Juan alternó la mirada entre la mujer mayor que ya iba hacia su puesto y Cristina, su jefa aún con un pequeño sonrojo que la hacía lucir increíblemente guapa comenzó a reírse de forma disimulada, acrecentando el nerviosismo de Juan.
-Lo siento si por estar aquí... - comenzó Juan haciendo sus mejores esfuerzos para no tartamudear. Había veces, como ahora, que necesitaba esa seguridad o calma que le producía el ambiente del Coderex, sobre todo para no estar haciendo el tonto delante de Cristina por ponerse nervioso por los comentarios de aquella mujer.
-Tampoco se equivocó del todo - le interrumpió Cristina sin mirarle mientras hundía la pequeña cuchara verde flúor de plástico en su nuevo helado. - Eres especial para mí, Juan.
Su cabeza formó un cortocircuito, lo único que deseaba era tener la seguridad que desbordaba cuando solo era Abasi Martinez y