-¿Le llevo el café al Señor?- pregunté tomando la bandeja.
-Si, por favor querida- respondió Marta mientras amasaba lo que sería una pizza.
Me dirigí al despacho del jefe.
Estaba bastante nerviosa. Desde anoche, no lo había visto. Y estaba segura de que así como se rompió el hechizo de ser una princesa por un rato, también se habían esfumado sus gestos dulces.
Golpeé la puerta dos veces y luego de escuchar su "Adelante", entré.
-Buenos días, le traigo su café-