Cinco minutos más tarde, el timbre de la puerta principal sonó.
Me erguí al instante y mi corazón comenzó a latir como un loco.
Escuché como Marta abría la puerta y se saludaban con gran afecto.
En ese instante, Andrew salió de su habitación.
Y que Dios me librara de mis pensamientos pecaminosos.
Llevaba una camisa blanca con sus botones superiores abiertos, dejando ver su piel bronceada.
Un