2.

2. Llegó el día más esperado.

Tommy’s POV

Llegó el esperado día. Había amanecido con un fuerte dolor de estómago y tenía náuseas, no sé por qué. Tal vez algo que comí me cayó mal. Nos despedimos de Vero y del resto de compañeros de la editorial.

Nos subimos al tren a las once de la mañana, llovía fuerte y soplaba el viento a velocidades torrenciales. Nos sentamos empapados y de mal genio. Después de unas diez horas de viaje, llegamos hasta un pueblo que era lo más cerca que nos podía dejar algún medio de transporte.

Caminamos por lo que nos pareció eterno, cuatro horas y nos deteníamos unos cinco o diez minutos a tomar agua, además el equipaje nos hacía ir más lento. Cuando llegamos a lo que parecía, la cima de una montaña y miramos abajo nos quedamos literalmente boquiabiertos con lo que vimos. ¿En qué demonios nos habíamos metido?

Miramos la ciudad que se veía abajo y era sumamente extraña. Brillaba, más que cualquier lugar que hubiera visto. Parecía ser todo muy llamativo, se veían las luces desde lo alto en que estábamos y el cielo juro que se veía diferente.

No sé si estaba viendo mal por el cansancio o el sueño, pero parecía tener nubes rojizas, mezcladas con tonos grises y violetas. Procedimos a descender por la colina, ya que no había una carretera para bajar.

A medida que avanzábamos, notábamos que empezaba a hacer cada vez más frío, tanto que era insoportable. Nos tocó abrigarnos de inmediato. El espeso bosque estaba lleno de neblina y aunque usábamos linternas, era difícil ver, era como si el aire pesara, se sentía muy denso y me costaba respirar con facilidad.

- Creo que necesito oxígeno. Me siento fatal, creo que voy a morir. – Dijo Luciano tumbándose en la hierba. Amenazaba con una pataleta inminente.

- ¿Qué? No vengas con drama ahora que estoy muy cansado como para tener que cargarte. – Dije y él fingió no escucharme.

- ¡Levántate o tendrás mis huevos en tu cara! – Le gritó Jason y lo obligó a seguir caminando.

- Eres muy cruel. – Replicó Luciano con una expresión de decepción en él rostro y evidentemente ofendido. El frío había entumecido mis mejillas y debían verse rojas como un tomate. Sentía tanto frío que hasta se me dificultaba mover las manos con facilidad y buscaba cubrir mi rostro con lo que pudiera. Por eso tenía una bufanda grisácea envuelta en mi cuello y el cabello que cae por mi frente que suelo echar para atrás para que no me incomode ver, no lo moví esta vez. Por mi me pondría una maldita remera en el rostro, pero no podría caminar de ese modo, así que opté por un gorro negro. Llevaba un morral en la espalda y con mi mano derecha llevaba mi maleta que recién había comprado en el supermercado.

- Este tipo es todo un caso, ¿quieres que le diga a mi madre que te envíe pastillas para los cólicos de tu menstruación o ya dejaste de llorar? – Luciano aniquiló a Jason con la mirada al escuchar su comentario, yo no dejaba de reírme. Luciano como siempre haciendo shows estúpidos y Jason diciendo barbaridades. Con ellos no se podía mantener una conversación seria.

- Claro, yo no te importo, era de esperarse. Si fuera tu novio Tommy te juro por satanás que lo cargarías, pero como soy yo, me dejas morir. Cuando necesites que te done sangre, te voy es a donar unas puñaladas en el pecho y de gratis que no es lo mismo.

- Pero, ¿qué dices? ¿donarme sangre? Ni que fuera hemofílico y, además,

¿puñaladas tú? ¿el que llora cuando su noviecita no le contesta los mensajes porque está con el otro?

- Yo no lloro.

- Te faltan estos para apuñalarme tú. – Le dijo y se apretó su miembro y rodé los ojos. Cualquiera que escuche la pelea tan tonta de esos dos pensaría que están dementes.

- Qué vulgar eres.

- Nenaza.

- ¿Pueden callarse de una maldita vez? Nunca llegaremos si siguen peleando por estupideces.

- No sé qué le pasa a ese idiota que se comporta como un niño. – Se quejó Jason y me acerqué a él, pasé mi brazo por sus hombros para abrazarlo y él me miró con una pequeña sonrisa de malicia en su rostro.

-Ya deja de provocarlo. – Le dije en susurros, para que Luciano no escuchara.

- ¿Vez que a tu novio si no le dices nada? ¡a mí es el que me jodes la puta vida!

– Chilló Luciano enojado.

- ¿Estás celoso? ¿te doy lo tuyo? ¿o necesitas a un hombre como yo que te ajuicie? – Le dijo Jason y reímos.

Seguimos caminando unos segundos hasta que el cansancio nos venció, nos tocaría pasar la noche en la montaña. En verdad, había algo que me hacía sentir mal y no era en sí el bosque, o los insectos, sentía un ambiente muy pesado, me sentía observado e inquieto. Jason y yo armamos un lugar para dormir con sábanas, unas ramas y con lo que pudimos armamos una especie de tienda que lucía bastante mal, pero servía para no pasar frío y evitar estar a la intemperie. Estando adentro, Luciano se durmió enseguida, tenía fiebre y resfriado, era comprensible con el clima tan hostil que enfrentábamos. No llevábamos ni mediodía aquí y ya teníamos problemas.

En ninguno de los libros que había leído sobre Hades, decía que el clima fuera de esta manera, era horrible. No podía dormir, tenía un nudo atorado en la garganta, era una sensación bastante fuerte. Salí de la tienda y me senté en unas rocas que estaban cerca. Estaba muy oscuro, la única luz era la de la luna que brillaba opacamente y solo se escuchaba el sonido de las hojas que se mecían al compás del viento. Encendí de nuevo la fogata que habíamos apagado hace unas horas y me senté en la hierba.

Unos segundos después escuché susurros y me alteré, me puse de pie y miré hacia los lados, ¿qué sonaba así o quién demonios era? De repente, vi que dos tipos cayeron de los árboles y me miraron con una sonrisa macabra en sus rostros. Me quedé petrificado. Venían vestidos muy extraño, uno de ellos llevaba un pantalón ajustado blanco con rayas rojas, encima traía una camisa Vinotinto con un abrigo de plumas negro que le llegaba hasta las rodillas, el

otro llevaba un pantalón de cuero negro, con botas industriales y una chaqueta de jean llena de estampados, tenía el cabello azul como en forma de cresta. Se pusieron de pie y ambos se colocaron mascaras blancas de cerámica, como esas que ves en los carnavales de Venecia. Me moví lentamente hacia atrás y procedí a correr, lo hice por unos segundos, lo más rápido que podía, pero un tercer tipo apareció en frente de mí y me dijo que me detuviera. También tenía una máscara de estas, pero este se veía más llamativo que los demás porque llevaba puesto un traje victoriano antiguo, parecía que fuera de la realeza.

- No corras que no te vamos a hacer nada cariño.

- ¿Quién eres tú? – Le pregunté evitando mirarlo a los ojos que sobresalían por la máscara, esto me es muy difícil sobre todo con gente que no conozco.

- Llámame Colin. Es muy raro ver a alguien con tu apariencia merodeando por el bosque, llevaba mucho sin ver nada interesante y mira, apareciste. – Dijo y noté que era un poco afeminado para expresarse, movía sus manos y su acento sonaba muy elegante.

- ¿Por qué llevas mascara?

- Cómo se nota que nunca habías venido antes. – Dijo y se quitó la máscara, pero se le dificultó porque llevaba unos guantes de terciopelo. Ciertamente era muy bello, tanto que me impresionó. Tenía el cabello de color violeta y era de mí estatura. – Quita esa cara, deberías disimular que te gusté. – Dijo riéndose y rodé los ojos, no quería que notara lo apenado que estaba.

- Creo que eso no sucederá. – Dije serio.

- ¿Te doy un tour? Aprovecha que estoy en modo hermana de la caridad. – Dijo en un tono más bajo. – Y disculpa por aparecer de esta manera, te vimos solo desde arriba y nos pareció que sería chistoso asustarte.

- Está bien, pero, ¿qué hacían arriba en un árbol? ¿cómo se subieron hasta allá si son tan altos? – Pregunté mientras caminábamos. Vi a los dos tipos de ahorita, estaban sentados cerca a la fogata fumando cigarrillos.

- Siempre estamos ahí, un día ven con nosotros.

- Suena interesante. – Colin me dijo que me sentara con ellos, me aseguró que no eran psicópatas como pensé en un principio. De igual forma si me van a matar, lo harán así que no pensaré mucho en ello.

- Él es Damián. – Dijo señalando al tipo que del pantalón de rayas. – Y él es Stefan. – Dijo señalando al punk. - ¿Cómo te llamas tú?

- Thomás, me dicen tommy.

- ¿Tommy? Qué curioso… ¿sabes algo? – Dijo Colin levantando una de sus cejas.

- Dime. – Respondí curioso.

- Te vas a enamorar de mí. – Dijo y escuché las risas de Damián y Stefan.

- ¿Qué? ¿pero qué dices? – Respondí avergonzado. Mis manos empezaron a temblar y sabía que ya no podría mirarlo de frente, odio ser tan jodidamente tímido. - ¿Acaso eres brujo o qué? – Dije con evidente sarcasmo, intentando sonar normal.

- No, solo digamos que… tengo habilidades especiales. Pude ver claramente que estarás perdido de amor por mí, y bueno, no estaría tan mal tener a un chico tan bello como tú. – Dijo en un tono evidentemente coqueto y me sentí muy incómodo. - Me verás de nuevo dulzura, y será en un par de días, u horas. – Dijo Colin y se puso de nuevo su máscara, empezó a correr y los otros dos chicos lo siguieron detrás. Qué raro eso que sucedió, no es común ver personas así todos los días y menos que caigan de los árboles. Todo esto sucedió en nuestra primera noche aquí y ni siquiera hemos llegado a la ciudad aún. Interesante.

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