Por perderme en tus ojos
Por perderme en tus ojos
Por: Caroline Rebolledo Ospino
1.

Introducción al oscuro mundo de Hades.

Y después de mucho pensarlo, me decidí. Debía ver esto que tanto he estudiado con mis propios ojos, debía percibirlo, sentirlo, vivirlo para saber verdaderamente de que estaba hablando y así tener un conocimiento acertado. No voy a decirles el nombre de la ciudad real porque sé que sentirían mucho deseo de ir a experimentarlo en carne propia, pero no lo haré por cuestiones de seguridad.

La llamaré, Hades, el cual debería ser su nombre real. Esa ciudad que pocas personas conocen ya que había quedado en el olvido por nuestros antepasados, y los que la conocen, se alejaban lo más que podían de este infernal lugar, lleno de lujuria y pobreza, donde los perfiles más oscuros del alma humana florecen vivamente y se esparce por las calles la agonía como un destello de los rayos del sol.

Se dice que debes cuidarte las espaldas día y noche, debes caminar con cautela y con los ojos bien abiertos, en un par de segundos podrías perder la razón. En cada esquina ves a una mujer con largas piernas, descubiertas por una falda muy corta y te dicen que por treinta dólares te darían una buena mamada o algo más casual en uno de los miles de moteles que abundan allí. Cocaína, metanfetaminas, éxtasis, heroína, lo consigues muy fácilmente en uno de los antros que tienen los letreros con luces de neón, donde la música suena tan fuerte que te perturba los oídos y ves el danzar de personas vestidas con ropas bastante extravagantes, y es que en realidad todos visten así, por lo general de negro, rojo, púrpura, azul o colores llamativos, pero nunca usan colores como el amarillo o anaranjado, tacones altos las mujeres y los hombres, usan botas bastante pesadas.

Usan capas, abrigos de cuero, lentejuelas, plumas o de piel animal. Llevan sombreros altos o bajos, que les cubren casi en totalidad la frente, con plumas de pavo real o de algún ave, flores o algún elemento exótico, estos los usan las mujeres. Los hombres solo usan sombreros negros, pañoletas o algún peinado llamativo. Los pantalones ajustados de cuero en los hombres, se usan casi que, por norma social, para ellos sería similar usar pantalones de este material, como para un cristiano vestir recatado para entrar a una iglesia. Las mujeres se maquillan los ojos oscuros, aunque de igual forma los hombres también lo hacen. Sus cabellos son descuidados, largos por lo general, pero no le prestan mucha atención a este. Un dato muy curioso es que, en Hades, todos son de un color bastante pálido y muy delgados, aunque no todos son igual de delgados, pero ese color si predomina. Quiero averiguar porqué esto sucede, o qué los hace ser más blancos de lo normal. ¿De dónde descienden?

¿por qué tienen esta característica?

Las casas allí son viejas, oscuras, de madera la mayoría, pero lucen como si nunca hubieran sido cuidadas. Los edificios son de unos cuatro o cinco pisos, con apartamentos pequeños, de una o dos habitaciones, tienen escaleras de incendios por fuera. Aún más que casas y edificios, hay bares, lugares para tatuarse, discotecas, moteles, hostales y prostíbulos. Entre cada edificio hay por lo general, un callejón en medio en que ves personas inyectándose alguna sustancia o personas durmiendo ahí.

Hay varias reglas que deben cumplirse obligatoriamente o serás sancionado por un grupo de personas que vigilan que esto se cumpla, es por decirlo, policías, pero sin tanto papelerío ni uniformes. Entre estas reglas están:

1. “Si por algún motivo quedas embarazada y no quieres tenerlo, debes abortar obligatoriamente de la forma que tú quieras porque si llegas a tenerlo y lo tiras en un basurero o lo asesinas, recibirás el mismo destino, aunque con varias de tus extremidades amputadas o inservibles”. Es decir, si lo abandonas en una carretera, serás abandonado de igual forma en una, pero sin tus brazos o sin tus piernas, o sí asesinas a tu bebé, digamos, asfixiándolo, morirás de esa misma forma.

2. “Eres libre de consumir lo que quieras, a la hora que quieras y en la cantidad que quieras. Pero el día jueves, no puedes hacerlo porque este es el día sagrado y si eres sorprendido consumiendo algún tipo de drogas o licor este día, serás encerrado en el pabellón de los caídos por el espacio de tiempo que sugiera el líder”.

3. “El jueves de la misma forma en que cumples con no consumir ninguna sustancia, debes acercarte al templo a implorarle a los dioses que se acuerden de ti y te bendigan”.

Estas son básicamente las reglas más importantes, aunque hay varias más, como, por ejemplo. El matrimonio no está permitido por ser una costumbre cristiana y no puedes pensar en hacerlo, tampoco tener más de tres hijos o tener costumbres machistas. El ojo por ojo, es válido al igual que asesinar, pero bajo ciertas circunstancias, como son: Si esa persona entró a tu casa y te ofendió, puedes hacerlo, si esa persona hirió a uno de tus familiares o te hurtó una de tus pertenencias, puedes hacerlo, siempre y cuando, tú corras con los gastos funerarios.

Los niños no pueden salir a la calle hasta que cumplan dieciséis años. Este tiempo deben permanecerlo en uno de los internados para infantes. Por lo que he leído y he escuchado de personas, que han salido de Hades, se dice que, por cada tres habitantes de allí, hay uno que es un demonio, unos son amigables, y otros no tantos, pero son muy difíciles de reconocer a primera vista. Por lo general, no te hacen daño a menos que tú los ofendas. Estos demonios son lujuriosos, tienen muy buena apariencia y viven bebiendo o acostándose con mujeres, o con hombres si así lo prefieren, tampoco envejecen. Esto que escuché me pareció muy interesante y necesito ver si es cierto, debo hacerlo o no podré vivir bien.

Me llamo Thomás Silva, aunque me dicen Tommy mis amigos y esta es mi historia viviendo en Hades. Estudié filosofía en una universidad privada y me gradué hace unos meses, me fue bastante bien. Tengo veintidós años y físicamente soy de estatura promedio o más bien, soy un poco bajo, delgado, no tengo una contextura de un chico que se ejercita ni nada similar a esto.

Tengo un defecto, que para los demás no es un defecto, pero yo sí lo considero como algo malo en mí. A pesar de la edad que tengo, sé que aparento muchos años menos. Parezco un niño aún y es molesto, las mujeres que me ven siempre me dicen cosas tales como: Qué bonito eres, ¡qué chico más adorable! Y esto me molesta porque de igual forma, el hecho de que parezca un niño, no les da derecho de apretarme las mejillas o agitar mi cabello como si tuviera quince años aún y siendo realista, sé que aparento tener unos diecisiete años aún o hasta menos. Tengo el cabello de color marrón, en partes un poco más oscuro, en otras más claro y lacio, como el de mamá. No lo uso corto porque parecería aún menor de lo que ya aparento ser y también tengo los ojos verdes, heredados de mis padres y las cejas un poco gruesas, a pesar de todo, sé que me veo bien, hasta podría decirse que soy atractivo a la vista, pero no estoy seguro.

Gané una beca por buen rendimiento y mantuve un buen promedio toda la carrera. Desde pequeño estuve obsesionado con la mitología griega y no hacía nada más que leer sobre esto.

Soy un poco tímido, o bueno, en realidad soy bastante tímido. He tratado de manejar esto, pero me cuesta mucho. Por cómo me veo, sé que no parece que fuera así, pero hablar con las personas me cuesta mucho y más mirarlos directamente a los ojos. Salir con alguien es ya un logro para mí y solo lo hice una vez, con una persona que me destrozó por dentro, pero no quiero pensar en esto para no sentirme mal de nuevo.

Ahora trabajo en la misma universidad que me gradué en la parte de investigación y en el grupo en que estoy, empezaron a interesarse por ese mismo tema desde que les hablé sobre él y de una forma u otra, llegó a mí una historia sobre alguien que vivió en Hades y decidí hacer un libro completo sobre este lugar junto con mis dos compañeros. La universidad nos iba a patrocinar la estadía allí hasta que termináramos el libro, ya que saldría a nombre de la institución. Ansiaba irme pronto, pensaba en esto muy seguido.

Vivo con Jason Evans, Luciano Jones y Verónica Cortés de Monroy, o Vero como la llamamos, mis mejores amigos y compañeros de trabajo. A Jason lo conocí en la universidad, es bastante liberal, no se complica y suele beber bastante, también trabaja conmigo, es blanco y delgado, estatura promedio, tiene el cabello largo lacio, castaño claro, hace poco se hizo un tatuaje en el brazo derecho, se hizo una serpiente que francamente, se ve muy bien. Suele hablar bastante, tanto que toca mandarlo a que se calle.

Jason es más cercano a mí que Luciano o Vero, pues lo conocí hace varios años y prácticamente, es la única persona que me ha acompañado todo el tiempo sin irse… es el que siempre ha estado ahí, en los buenos y malos

momentos, pero mucho más en los malos que siempre son los que abundan en mi vida. Ha sido mi compañero, mi amigo, mi confidente y hasta mi hermano, si algún día algo llegara a sucederle, no sé que haría. Sonará muy tonto, pero quiero demasiado a ese estúpido y él lo sabe. Nuestra relación es ciertamente extraña. Por un lado, nos tratamos por decirlo de alguna manera, a las patadas por el lenguaje que usamos, pero, por otro lado, hay tanta confianza entre nosotros que hasta hemos dormido en la misma cama en numerosas ocasiones, pero sin que nada ocurra, no es raro que el me abrace o que me regañe por cosas que hago. Siempre está detrás de mí cuidándome y diciéndome qué no debo hacer. Para muchos es extraña la relación entre nosotros, pero, ¿qué puedo decir? Él es como mi hermano y si eso piensan no puedo hacer nada al respecto.

Lo conocí a los dieciséis años en el último año de la escuela. Él era en ese entonces el delantero del equipo de futbol de la escuela, mientras que yo, me dedicaba a leer todos los libros que podía de la biblioteca, nunca me interesé en los deportes. Lo conocí una tarde en que me habían enviado como nunca, a una cita con el rector porque tuve una pequeña pelea con un compañero de clases que no dejaba de molestarme. Él estaba también en detención y empezamos a hablar. Su sonrisa descomplicada me hizo sentir enseguida muy cómodo y no se me dificultó hablarle como suele pasarme con otras personas.

Desde ahí nos hicimos inseparables y la mayoría de las cosas las hacíamos juntos. Desde ir a los campamentos de la escuela, a nadar en el lago de las afueras o hasta ir a la misma facultad de la universidad, era así de grande la cercanía. Hubo una vez, cuando llevábamos unos seis o siete meses de habernos conocido, en que tuve un accidente. El auto en el que viajaba se volcó debido a que mi tío olvidó revisar sus frenos. Jason quién iba con su familia en el auto detrás de nosotros, debido a que íbamos de paseo a las montañas, salió disparado a ayudarme a salir al ver lo que nos había pasado. Rompió la ventana del auto y me sacó, no recuerdo bien ese momento porque sé que estuve inconsciente unos instantes, pero lo que sí recuerdo es que desperté en medio de la calle y lo primero que vi fue el rostro de Jason mirándome, con sus ojos llenos de lágrimas y preocupado, quién al verme despertar no tardó en abrazarme y escuché que me dijo al oído: Maldito, no vuelvas a asustarme de esta manera. Me muero sin ti. Desde ahí supe que el en verdad me quería y nunca me alejé de él, ni con su personalidad extrovertida o su lenguaje inapropiado.

Por otro lado, Luciano es el único de nosotros que va a una iglesia cristiana y tiene una novia con la que planea casarse cuando terminemos el libro, aunque él no cree en realidad en esa iglesia que va, pero solo lo hace por su novia. De hecho, ni siquiera cree en Dios, tampoco Jason ni yo, pues en el dios cristiano que mencionan los católicos y ese tipo de iglesias, pero yo creo que es posible que existan los dioses griegos, aunque a ciencia cierta no estoy seguro. En fin, Luciano es el cursi de los tres y el que llora cada vez que pelea con su novia, es muy sentimental y se ofende fácilmente. Es un poco bajito, tiene el cabello negro con rizos, cejas gruesas y usa anteojos porque tiene problemas para leer de lejos. Jason entre los tres, es el mejor parecido por lejos.

Verónica la conocí en el trabajo, la asignaron como nuestra asistente, de inmediato se hizo parte indispensable de nuestro grupo. Es una chica genial, divertida, de clase, si saben a lo que me refiero, ya que ella es la única de nosotros que proviene de una familia española adinerada. Aunque no lo aparenta porque es muy sencilla. Es de estatura promedio, piel trigueña, cabellos negros largos, abundantes y ondulados, voluptuosa. Es una mujer que llama bastante la atención y lo sabe, por eso usa ropa muy ceñida al cuerpo y tacones altos, tanto que no entiendo como hace para caminar con esas cosas sin caerse. Siempre fue coqueta y el centro de atención en todos lados, hasta que se volvió mormona y perdió esa parte de ella. Ahora se viste más recatada, mucho más en realidad, no toma café o té, tampoco sale de rumba ni cosas así, se comprometió hace poco con un misionero de su iglesia.

Faltaban dos días para que tomáramos el tren que nos acercaría a Hades, no hay como tal una ruta que nos lleve hasta allá. El aeropuerto queda en otro estado y ningún taxi o autobús querría acercarse demasiado. En realidad, la gente le teme a ese lugar al que yo ansío llegar. Nos encontrábamos empacando nuestras pertenencias y bebiendo un par de cervezas alemanas, que estaban casi congeladas porque nuestra nevera se había averiado, entonces el hielo hacía que me dolieran las manos. Aunque solo Jason y Luciano viajarían conmigo, a Vero la mandaran cuatro meses después que nosotros porque pidió licencia para poder casarse.

- ¿Saben que es lo más bueno de mudarnos allá por dos años? – Dijo Jason mientras sostenía una lata de cerveza en su mano.

- ¿Qué? – Respondió Luciano, estaba acostado bocarriba sobre un montón de ropa desordenada.

- Que no tendré que compartir más un espacio con ustedes, par de mariconas. Estoy harto de ver sus caras todo el tiempo, ya hasta se me olvidó la mía de tanto ver las suyas. Si fueran bonitos se los pasaría, pero no.

- Te molesta el hecho de que no tenga tetas porque si las tuviera, te quedarías callado estúpido. – Respondí y él me sacó la lengua.

Empaqué todos mis libros en un par de cajas al igual que mi ropa y otras cosas, Jason me ayudó. Me ayuda en todo así sea que no se lo pida. La universidad nos consiguió tres apartamentos pequeños en un edificio que está ubicado estratégicamente en el centro de la ciudad. Yo dormiré en el tercer piso, Luciano en el primero y Jason en el segundo. Cuando Vero llegue, nos harán mudarnos, este lugar es temporal.

- Necesito que el lugar al menos sea un poco decente o sino Katia me va a asesinar. – Dijo Luciano preocupado, ya que Katia, su novia, viviría con él por algunos periodos y ella es bastante exigente.

- Tu vida gira entorno a esa vagina y eso es lamentable, con tantas que hay y tu comiéndote la misma todas las noches. – Le dijo Jason en un tono de burla. Siempre hablando de más.

- Pues sí… ya quisiera dejar de estar tan enamorado de ella.

- ¿Oíste eso Tommy? ¿me prestas unos pañuelos para secarme las lágrimas? Mira, te doy un consejo. Cuando a una mujer le das demasiada importancia, se le crece el ego y hace lo que se le antoje, por eso te trata como te trata, es decir, como si fueras su maldito sirviente y tú sigues detrás como un perfecto tarado. Hazte el rudo, trátala mal, ignórala unos días. Haz eso Luciano y se portará como debe.

- Sabes que no puedo tratarla así. Tommy, ¿Cómo haces para no enamorarte de nadie?

- ¿Enamorarse él? Si ni sabe dónde está parado, no sabe si le gustan las vaginas o los penes. Ese cuento de que hay personas bisexuales no me lo creo, uno le jala a un lado o al otro.

- Piensa lo que quieras. – Dije entre risas. Sí, me consideraba bisexual, pero ya creo estar en la certeza de que no lo soy. Me gustan los chicos, siempre ha

sido así y creo que nunca me podría interesar en una mujer, nunca he sentido atracción de ningún modo posible hacia ninguna chica. Creo que no es necesario definir que sexo es el que te puede hacer feliz, puede ser cualquiera, con el que te sientas a gusto y si así lo estás, no debe haber ningún problema.

- ¿Quién me empaca las cosas? Luciano, te doy treinta dólares si me empacas todo. – Dijo Jason.

- Cincuenta o nada.

- ¿Cincuenta? Ni que defecara dinero.

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