Al día siguiente, Manuel salió a la empresa de Damián.
Al llegar, la empresa se veía pacifica y bastante estable, no solo daba buena imagen si no sus instalaciones eran de primera, categoría. El personal se veía profesional y bastante capacitado.
Todos se veían pulcramente vestidos y presentables. Al recibir su llamado, Damián lo escaneó desde el instante en el que entró a la oficina. Por alguna razón se le hizo familiar pero lo ignoró. Su madre le había advertido encarecidamente que aceptara las condiciones del muchacho.
Alegando un excelente futuro y riquezas.
Si hubiera sido en algún otro momento, lo habría hecho sin pensarlo dos veces, pero los constantes esfuerzos de su madre por manipularlo, lo llenaron de odio tal, que se disgustaba hasta por escuchar su nombre.
—Buena tarde mi nombre es...
—Ahórrate todo tu teatro. ¿Qué te pidió mi esa mujer?
Manuel se detuvo y lo miro confundido. —No voy a creer sus estupideces de que solo eres un don nadie en busca de dinero para un pr