La madre de Damián vio a unos jóvenes que a su parecer eran sucios y deshubicados, su expresión se volvió solemne y arrogante.
Mientras entraba al café. Manuel suspiró y casi quería olerse a sí mismo para sentirse un poco más seguro, pero se mantuvo erguido y orgulloso al acercarse.
Las mujeres en la mesa al verlo, se quedaron en silencio y miraron a la mujer de mayor rango esperando su reacción. Todas bebieron de su café y sonreían divertidas.
La mujer mayor no tuvo más reacción más que mirar al hombre al frente.
Manuel. Sintiendo como si su dignidad fuera pisoteada apretó los dientes y con una sonrisa profesional se acercó a ellas.
—Me disculpo por el atrevimiento, pero mi amigo y yo estamos desesperados. Mi nombre es Manuel Rodríguez. Hice mi tesis sobre el desarrollo de la tecnología y sus distintos usos hace unos meses.
La mujer no mostró reacción, pero por dentro se sintió extasiada.
Un buen proyecto y además barato, no podía ser mejor. E incluso el mocoso mostraba ser habilidos