El día después del anuncio todo el mundo estaba impactado con la noticia, buscando por todos lados quién era Pablo Sánchez, su vida, sus estudios, su familia. Y el congreso era un caos con preguntas y dudas sobre todo lo que pasó el día anterior.
-EDIFICIO DEL CONGRESO- Claudia, con su confianza y su frente en alto como siempre, llegó a las 9 am puntual al congreso para su reunión con el presidente del congreso, con su cabello marrón recogido en un elegante moño, maquillaje sutil y los labios rojos que resaltaban sus ojos azules. Se bajó de la camioneta escoltada por sus guardias, por supuesto, todas las miradas iban hacia ella, la gran Claudia Gil, en todo su esplendor, con un vestido lápiz azul que resaltaba perfectamente su figura, y con un porte y una confianza que pocas mujeres poseen pero desean y por la que todos los hombres se sienten atraídos pero intimidados. Cuando llegó al último piso donde queda la oficina presidencial, sin preguntar ni anunciarse, Claudia entro a la oficina del presidente, ella sabe que la iba a estar esperando. -Buenos días señor Presidente. -saludo con confianza y extendiendo la mano Claudia- muchas gracias por recibirme tan apresuradamente. -Buenos días señorita Gil, no tiene nada que agradecer, para mí es un honor recibirla- dijo el Presidente, estrechando la mano de Claudia, a quien las considerables donaciones de la familia Gil habían ayudado inmensamente para ser reelegido por 5ta vez- ¿A qué debo el honor de su visita? Claudia, delicadamente sacó una carpeta de su bolso, dijo: Presidente, estoy aquí por el nuevo Ministro de Obras Públicas, el señor Sánchez, no creo que después de esta información que llegó a mis manos vaya a permanecer en el cargo por mucho tiempo, me preocupa que si sale a la luz puede verse afectado su cargo por no haber conocido esta información antes y por aprobar su nominación sin haber investigado. El Presidente, preocupado por las acusaciones de Claudia, tomó la carpeta y la leyó detenidamente, pasado un tiempo, suspiró de alivio y contestó: Señorita Gil, gracias por su preocupación, pero puede estar tranquila, el propio señor Sánchez nos hizo saber del incidente y nos pidió revisarlo, hicimos la investigación pertinente y su versión de la historia no tienen ninguna duda, ya el tema está aclarado y tenemos la documentación de la investigación al día en caso que algún periodista quiera sus 15 minutos de fama a costillas de rumores. Claudia quedó perpleja, nunca se imaginó que Pablo sería capaz de revelar esa información y solicitar una investigación, y más aún, salir airoso y sin problemas legales. Antes que pudiera responder, los interrumpió el sonido de la puerta. *Knock, knock* -Disculpe la interrupción, señor Presidente, es que el ministro Sánchez está aquí para su reunión. -Dijo la secretaria. -Tienes razón, teníamos esta reunión pautada e hicimos un tiempo urgente para poder atenderla Señorita Gil, discúlpeme la confusión -dijo apenado el presidente- Pero, ya que estamos hablando de lo preocupada que está por el Ministro, vamos a comentarle su preocupación. Antes que Claudia pudiera negarse, el presidente le indicó con un gesto a su secretaria que lo dejara pasar. Claudia que trató de levantarse para irse quedó tiesa en su sitio, asimilando todo lo que estaba ocurriendo. Ella se fue, y unos instantes después, se abrió la puerta y la cruzó firms y confiado un hombre alto, vestido con un traje negro elegante y perfectamente entallado, una corbata a juego con su traje y con su cabello color miel arreglado a la perfección que hacía juego con sus ojos color avellana, era Pablo, entrando a la oficina con todo su esplendor. En ese momento Claudia por más que lo intento, no pudo evitar mirar hacia la puerta, y allí, desprevenidos y sin planearlo, después de 5 años, sus miradas se cruzaron. Ambos se miraron intensamente, sin parpadear, por unos segundos, que se sintieron como horas, en el momento más inesperado, y en las circunstancias menos ideales, se volvían a ver, sabiendo lo que el otro pensaba solo con la mirada, y ninguno capaz de quitar los ojos del otro, ambos confundidos pero incapaz de dejarlo ver. En ese pequeño instante, la sala de lleno de una tensión que era palpable hasta para el mismo presidente.