-CASA DE LOS GIL-
El mismo viernes, pasaron las horas y llegó el momento de la fiesta de compromiso, todo estaba perfectamente decorado y organizado. Una celebración pequeña e íntima pero con muchos detalles y hecha con mucho cariño.
Decidieron que, para mantener el ambiente íntimo, habría solo una mesa grande para todos los invitados, decorada con gerberas, las flores más especiales para ellos.
Pablo llegó un rato antes para ayudar con los detalles finales, llevar los recuerdos para los invitados y esperar a Claudia.
Los padres de Claudia bajaron, vestidos de gala y combinados de color esmeralda a la perfección. Un rato después, todos los invitados empezaron a llegar: los padres de Pablo, que por más indiferencia que tuvieran a los temas familiares, veían la boda como una oportunidad de conocer y acercarse a la familia Gil, que les podría traer importantes negocios; Julio, que era el padrino; y otros familiares de ambos.
Solo faltaban Claudia y Olga, quienes como mejores amig