Capitulo: El Precio del Riesgo
Fabricio salió del ascensor como un toro desbocado. Cerró la puerta de la oficina de Fátima Lombardi con tanta violencia que una señora en el piso de abajo pensó que había temblado la tierra. Caminaba a grandes zancadas, mascullando insultos entre dientes, con las manos sudadas y el ceño tan fruncido que parecía una grieta a punto de partirle la frente en dos.
Fátima lo había rechazado. No solo lo había rechazado, lo había fulminado con una frialdad quirúrgica que le congeló la sangre.
“En su oficina no se mezcla con nadie…” “No me molestes, Fabricio…” “El que firmó hasta el papel higiénico fuiste vos”.
Cada palabra lo había perforado como si fuera una varilla oxidada clavándosele en el orgullo. Se sentía expuesto, traicionado, y más solo que nunca.
Pero no podía quedarse a lamerse las heridas. No ahora.
Entró a la obra media hora después, pateando el polvo del camino como un nene encaprichado. Buscaba algo de caos, algo que le dijera que todavía tenía