Capítulo — El Desayuno de los Comienzos
Era sábado, y Colonia despertaba con ese aire fresco que mezcla olor a río y pan recién horneado que salía de las panaderías de la zona . La luz entraba por las ventanas de la casita donde Julia había decidido vivir, pintando las paredes nuevas de un tono más cálido. Ella se movía despacio en la cocina, con la panza de seis meses marcando su silueta, mientras ponía la mesa con esmero: pan yogurt natural, frutas cortadas, jugo de naranja y café,había un mate pero faltaba aprontarlo.No sabía si él tomaba.
Ese desayuno no era solo comida; era un gesto. La manera de mostrarle a Alejandro que allí podían empezar algo distinto.Ella lo quería pero no sé animaba a decirlo libremente.
El timbre sonó y el corazón de Julia dio un salto.
Alejandro apareció en la puerta con una bolsa en la mano y una sonrisa que desarmaba.
—Buenos días… ¿molesto?
—Nunca —respondió ella, con un brillo en los ojos—. Pasá.
Él entró y recorrió la casa con calma, detenién