Capítulo: Nadie Me Va a Quitar Mi Sol
La puerta se cerró con un portazo suave, pero suficiente para que los dos guardianes del infierno —David y Sandro— se pusieran de pie como si estuvieran frente a una invasión alienígena.
—Boa noite… —dijo Sol, dejando las sandalias en el rincón como siempre.
—Boa noite, nada —gruñó Sandro—. A gente precisa conversar. Agora. (Buenas noches, nada. Tenemos que hablar. Ahora.)
—De novo? —Sol rodó los ojos y cruzó los brazos—. O que foi agora? (¿Otra vez? ¿Qué pasó ahora?)
—Você tava com ele, né? Aquele arquiteto. (Estabas con él, ¿no? Con ese arquitecto.)
—Sim, e daí? —respondió, elevando la barbilla—. Tava com ele, sim. E a noite foi linda. (Sí, ¿y qué? Estaba con él. Y fue una noche hermosa.)
David se acercó, agitado:
—Você nem sabe quem ele é, Sol! A gente viu esse cara com outra mulher no sambódromo! (¡Ni sabés quién es, Sol! ¡Lo vimos con otra mujer en el sambódromo!)
Sol abrió los ojos como platos, se le erizó la piel… y levantó la man