Capítulo – La verdad no puede esperar
La mañana en la obra era intensa pero ordenada. El edificio Cinco Estrellas avanzaba con ritmo firme: obreros en andamios, grúas moviendo estructuras, planos abiertos sobre mesas improvisadas.
Nicolás Martínez estaba revisando una de las columnas principales del acceso cuando escuchó pasos conocidos.
—¿No pensabas decirme que tenías una reunión? —bromeó Anahír, cruzada de brazos, con casco y mirada filosa.
—Te juro que no estaba planeada. —Nico sonrió. Pero su mirada se tornó sería , apenas vio bajar del auto a Fabián Mansilla, con una carpeta negra en la mano y el gesto más tenso de lo habitual.
—Buen día —dijo Fabián, sin rodeos—. Necesitamos hablar ya.
Se reunieron los tres en una de las oficinas móviles del obrador. Cerraron la puerta. Afuera, el ruido de la obra parecía otra dimensión.
Fabián dejó la carpeta sobre la mesa.
—Esto no va a gustarles.
—¿Qué tenés? —preguntó Nicolás, directo.
Fabián respiró hondo.
—María ex de