5. Nunca involucres a la familia.

—La directora Amelia llamó a mi oficina. Claramente no pude atenderla. ¿Pasó algo que quieras contarme?

Antes de contestarle a mi madre, veo cómo la sirvienta nos trae el desayuno. El sol le molesta en la cara mientras camina con la bandeja, pero no podemos evitar desayunar en el jardín. Nos encanta.

—Nada importante. Un pequeño cruce de ideas no compartidas —contesto mientras colocan frente a mí, mi fruta.

—Candice, te conozco, sé que debió ser más que un cruce de ideas para que llamara a mi oficina —dice luego de tomar un sorbo de su jugo de naranja.

—Te dije que papaya no, ¿acaso no entiendes?

—Lo lamento, señorita Candice, lo olvidé —ruedo los ojos.

—Como sea, vete.

—Gracias Marta, puedes retirarte —le dice mi madre.

—En todo caso, ya lo he soluciona

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