Esperándote en casa...
10:00 hs. — PERSPECTIVA: Zamira.
En la vida, sin importar quién seas o cómo te apellides, de dónde seas o en qué creas, tarde temprano nos llega a todos ese momento en el que nos damos cuenta de cuál es el propósito de nuestra existencia. Podrá ser más o menos factible, a corto o largo plazo, pero cuando nos enfrentamos a esa revelación, juramos con nuestro corazón seguir los pasos que el destino nos tiene preparados.
En mi caso, ese momento llegó un viernes, 22 de marzo de 1991, con tan sólo siete añitos. Eran casi las siete de la tarde cuando mi padre me cogió de la manita y me llevó con él hasta la habitación número 22 del área de maternidad de aquel viejo hospital. Allí, con una expresión agotada pero con un brillo en los ojos que jamás le había visto en mi corta vida, mi madre me esperaba con el nuevo miembro de la familia en brazos.
"Mira, Zami", me dijo. "Ella es Salomé, tu hermanita".
En esos últimos nueve meses, no llegué a ser consciente en ningún momento de la importancia q