Los besos fueron subiendo de intensidad hasta llegar al punto donde ninguno de los dos recordaba el dolor de nuestras heridas. Tengo que admitir que a lo largo de mi vida habia estado con muchos hombre, pero ninguno me hizo sentir lo que este italiano.
Sus besos recorrieron mi piel sin detenerse a causa de mis cicatrices, como otros hombres lo habian hecho. Las caricias del italiano recorrieron toda piel, incluso llego a traspasar esas partes que nunca habia dado paso a alguien mas.
Termine perdida gracias a sus besos y al rose de sus manos por todo mi cuerpo, me detuve un momento para verlo a los ojos. Las palabras de mi padre resonaron en mi cabeza a pesar de que llevaba mas de una década muerto.
“Los sentimientos deben ser destruidos”
—A la mierda —volví a besarlo.
A la mañana siguiente, al abrir los ojos me encontré entre los brazos de Alessandro, solo pude sonreír al verlo aun dormido. Me acurruqué en su pecho dispuesta a dormir nuevamente, pero un sonido extraño acercándose hizo