El mundo mostrado desde el lado de alguien que sufre T.O.C. Guzmán nos muestra cómo se siente en su día a día, compartiendo las imágenes de escenas cotidianas a través de unos ojos distintos. Tendrás una percepción de nuestro entorno que nunca te habías planteado, seguramente porque no habías prestado la suficiente atención a cómo te comportas a diario en las situaciones más simples. Hay personas que lo pasan realmente mal, y, además, nadie las comprende. Este personaje, narra la historia de su vida con sus propias palabras, mostrada siempre desde su peculiar forma de ver el mundo, donde para él, realmente los que actuamos de una forma extraña, somos todos nosotros. Aparte de este trastorno que le complica a diario las cosas, por si fuera poco, a través de los sueños consigue tener acceso a rincones de la mente totalmente inexplorados, sitios cargados de misterio a los que nosotros nunca hemos tenido acceso. Al llegar allí conecta con mundos repletos de fantasía, también se encuentra con personas que requieren de su ayuda. Por eso cuando leas estas líneas, verás que no eres tan distinto a él. Porque todos tenemos nuestras costumbres, manías y arrastramos fobias o miedos. Eso es lo que nos hace ser diferentes. Acabarás reconociendo que todos, absolutamente todos, somos un poco maniáticos, en mayor o menor medida. Guzmán es un buen chico que convive como puede arrastrando traumas del pasado, que quizás le hayan convertido en la persona que es hoy, pero la gente "normal" lo tacha injustamente de loco porque actúa de un modo diferente. Para él, diagnosticado de T.O.C. y su modo de ver la vida, los que nos comportamos de forma extraña somos nosotros.
Leer másEn estas líneas quiero rendir un homenaje muy especial a Guzmán, un peculiar personaje que nació de lo más profundo de mis pensamientos, en algún rincón olvidado de mi mente, ahí, justo ahí es donde él aguardaba escondido el momento de hacerme saber que realmente existía. Y aunque no lo creas me insistió durante mucho tiempo, de una forma muy sutil, lanzándome señales que incluso alteraban mi comportamiento, para que comprendiera de ese modo como se siente y así me aventurara a contar sus hazañas. Insistió hasta el punto de acabar siendo el protagonista principal de mi primera novela " Un mundo irreal". Donde este sujeto pasó por lo suyo, intentando integrarse a su peculiar manera y sin lograrlo del todo, en una sociedad que lo tacha unas ocasiones de excéntrico y otras veces de loco, dándole todos de lado sin tratarlo como realmente se merece.
Todos tenemos nuestros propios demonios dentro, solo que muchos saben disfrazarlos demasiado bien para que no salgan afuera, aparentando bajo un envoltorio falso ser quién no son realmente.El cree desde lo que su percepción le muestra, que los que estamos equivocados siempre somos nosotros, actuando erráticamente ante la atenta mirada de un mundo que no deja de juzgarlo con cosas que él nunca llega a comprender. Aun así, y mientras no le busquen las cosquillas, se esconde tras sus peculiares manías, un buen corazón que arrastra muchos problemas por culpa de heridas del pasado.
De un modo u otro, al final, consigue siempre desenvolverse bastante bien superando con creces las pruebas que el destino le va poniendo en su camino.Esta historia muestra sus luchas internas, provocadas por traumas de la infancia, que le dejaron heridas abiertas que realmente nunca llegaron a sanar.Denle una oportunidad a su historia, donde primero hay que conocerle bien y empatizar con sus sentimientos, teniendo en cuenta lo injustamente que le ha tratado la vida, para acabar entendiendo realmente el porqué de su comportamiento. Sabremos de ese modo por qué actuaba como lo hacía, siendo para nosotros la mayoría de sus costumbres, la forma más compleja de hacer las cosas diarias, donde al final siempre acababa tachado de loco incomprendido y clasificado como una persona extraña.Si llegamos a entender cómo piensa, apreciaremos como puede el mundo de diferente forma que nosotros, para algunos quizás ese estilo de vida, llevando la dura carga a su espalda con la mochila llena de sus luchas internas no será tan chocante, comprendiendo incluso su modo de actuar.Porque de entre todas esas manías, fobias o comportamientos extraños, seguro que al menos alguno de ellos nos es bastante familiar, viendo reflejado en nosotros mismos, o tal vez en alguien cercano, algo que nos recuerde a él. En esto no nos salvamos ninguno porque, al fin y al cabo, en mayor o menor medida todos llevamos a un ser como Guzmán dentro.
Además, por si fuera poco, su mente le juega en ocasiones malas pasadas, haciendo que sufra alucinaciones mientras duerme, que quizás cuando las conozcamos tampoco lo sean tanto, llegando a cuestionarse hasta él mismo cuanto le queda ya de cordura. Accediendo a misteriosos lugares que entrañan una extraña lógica. Donde sin poder evitarlos, en estos misteriosos viajes, tiene acceso a partes de la mente que desconocía, a las que no todos tenemos acceso. Acaba sumergiéndose en ese mundo sin achantarse lo más mínimo y continúa alimentando su curiosidad sin apenas mostrar el miedo irracional a lo desconocido que todos tenemos, gracias a ello, se ve inmerso en unas aventuras para las que nadie que se tenga por “normal” está preparado.Los rincones de la mente pueden ser tan oscuros como brillantes, depende de para qué, o para quién, según cada cuál lo interprete, todo puede tener un significado distinto, por eso no saquemos un juicio precipitado e intentemos meternos en la retorcida mente de este personaje tan peculiar.Es estas páginas, hay varios pasajes repartidos en los que casi siempre es él quién narra esta historia desde la época en que los vivió, mostrando sus sentimientos al desnudo en fragmentos de su infancia y adolescencia hasta llegar al día de hoy, con sucesos que lo han marcado para siempre, mostrando la evolución de la persona de apariencia frágil que parece ser hoy.Pudiendo percibir que, tras muchos episodios tristes y abusivos, se ocultan grandes dosis de dolor e injusticia. Quizás por eso su mente llegó a revelarse, creando en algún momento una coraza que lo protegía, evitando de algún modo así que pudieran hacerle más daño. Aunque desde fuera y a simple vista, sin llegar a conocerlo, solo vemos un personaje maniático que no encaja en ningún sitio, siendo solo ante los ojos de quién realmente lo conoce una persona distinta, que siempre acaba juzgada por todos como el inadaptado que parece ser hoy.
¿Quién en un momento de rabia o frustración, no hubiese actuado como él? Nunca sabemos dónde tenemos los límites, pues aguantarse en algunas situaciones no siempre es bueno, y si dejamos salir lo que guardamos dentro, igual nos cuelgan otra dichosa etiqueta, esa que a todos nos afecta o importa, por el daño de nuestra imagen o el qué dirán de nosotros. Pero a él eso le da lo mismo, y quizás, solo quizás, eso sea lo correcto, tanto prejuicio no debe de ser bueno.Y por si después de aclarar esto no nos queda claro del todo, como bien dice Guzmán a lo largo de esta historia en repetidas ocasiones, para él su comportamiento es el correcto, en su mundo al menos, nosotros somos los locos, y los que actuamos de una forma extraña.El chico sujetó el vaso, como había hecho otras tantas veces, solo que esta vez lo hizo mirando al terapeuta como preguntándole donde debía ponerlo, en una situación tan extraña como incómoda, entonces este, fingió ser simplemente un despiste y le invitó a beberlo mientras le decía.—¡Perdón por mi torpeza! Bebe, no te preocupes, ahora sacaré el vaso. —El chico sujetaba el vaso sin entender bien que es lo que pasaba, y en la espera incómoda se vio casi forzado a beberlo, mientras el Doctor ojeaba unas notas apuntadas en la agenda que había sobre la silla, en un más que ensayado juego, donde le hizo un gesto para poder llevarse el recipiente de cristal hasta la sala contigua, entonces Guzmán apuró de un sorbo el poco líquido que quedaba, haciendo una extraña mueca en la que arrugó por completo el entrecejo, saboreando mientras gesticulaba con los labios, como si en verdad aquella agua le hubiese sabido de un modo extraño.De regreso del despacho principal, García traía consigo
Sonó el teléfono en la recepción de la consulta del Doctor que intenta mantener a raya los trastornos de Guzmán desde siempre, y la servicial secretaria que organiza la apretada agenda de un reconocido especialista de la mente humana, previa rápida consulta a su jefe por el interfono que había sobre la mesa, enseguida le pasó la llamada, en la que pudo oírse un dialogo escueto, pero totalmente entendible desde el interior de un cómodo y bien decorado despacho. — ¡Señor James Quirón, cuanto tiempo! Dígame, ¿a qué se debe…? —y no consiguió acabar de formular su pregunta, cuando el tono alterado de la persona al otro lado del cable podía oírse farfullando casi a gritos un monólogo que el Doctor que observa la pared cargada de diplomas, ni siquiera intentó atreverse interrumpir, oyendo con atención como vomitaba todo tipo de improperios respecto al comportamiento de alguien que le estaba ocasionando más de un serio dolor de cabeza. Y tras unos segundos, según iba decreciendo el
Santiago de Chile, nombre del periódico local “Diario Las Ultimas Noticias” fecha de impresión 8 de febrero de 2008, una columna en la sección de sucesos se abría con un texto que decía así:Un trágico accidente tuvo lugar durante la noche de ayer en la calle avenida de España, a la altura del número 471, donde se presentaron los servicios de emergencias tras recibir una inquietante llamada, la que alertaba de un hombre que residía en la citada dirección, estaba en peligro por un posible escape de gas. Tras recibir el aviso, los primeros en llegar hasta el lugar fueron una patrulla del servicio de Carabineros de nuestra ciudad compuesta por dos agentes. Los cuales intentaron acceder al interior de la vivienda en la que nadie respondía a la llamada de la autoridad, los vecinos al escuchar el revuelo, insistieron en que el hombre que allí residía era invidente, pero según ellos, tenía siempre asistencia en casa asignada por una empresa de la localidad. La ayuda fue concedida gr
Bajé las escaleras intentando no hacer mucho ruido, a sabiendas que a las cuatro de la madrugada todo sonido era escuchado por los oídos de María, no era algo que hiciese adrede, pero ella inconscientemente siempre estaba alerta, preparada para actuar en cualquier momento debido a un sueño tan frágil que era quebrantado por el más mínimo ruido. Caminando descalzo y a oscuras por unos amplios pasillos que todavía tengo dibujados al milímetro en mi mente, a toda prisa crucé los metros necesarios que separaban mi dormitorio del teléfono del salón, con un prodigioso sigilo que me otorgó el pasar tanto tiempo en soledad dentro de aquellos muros. Recuerdo cerrar la puerta para evitar ser descubierto, y marcar el número de urgencias, a sabiendas que iba a ser tachado de loco, sin saber bien que iba a decir, el teléfono que apretaba sobre mi oreja comenzó a emitir el primero de sus tediosos tonos, llegando a dar solo un par de ellos, de repente el aur
Entre un vaivén constante de zarandeos provocados por mi alterado estado de nervios, farfullaba algo que no alcanzaba a comprender, entonces intenté que abriera los ojos con la única intención de saber cómo podría ayudarle, pero estaba desfallecido. A saber, cuánto tiempo llevaba respirando ese aire asfixiante del que ni siquiera yo podía escaparme, mezclado con una neblina espesa en la que era incapaz de orientarme. Entonces reaccionó abriendo poco a poco los párpados, mostrando la misma mirada siniestra que recordaba de nuestros anteriores encuentros, se mostraba extrañado al verse tumbado en el suelo, frunció el ceño e intentó incorporarse mientras tosió casi sin fuerzas, agarrándome de los brazos en un acto impulsivo con el que se aferró haciendo presión con sus manos en mi piel, en la que noté de nuevo como era desgarrada por el filo de sus uñas, de la misma forma que la vez en que nos conocimos. Intenté calmarlo sin apenas
Y una vez acabado el acto obligatorio de alimentarme como cada noche, acerqué las sobras junto con el plato, cubiertos y vaso hasta la encimera en un gesto que siempre me agradecía María con una mirada de complicidad sin siquiera decírmelo. Y como a nadie tenía que dar explicaciones, me subí los peldaños hasta mi cuarto de dos en dos, con la agilidad propia de alguien que está en la flor de la vida, yendo a acabar con grandes zancadas hasta el cuarto de baño en el que inicié como cada fin de día con el acostumbrado protocolo de higiene dental antes de acabar bien arropado dentro de mi cama. En el que un cepillado a conciencia siempre era seguido de varios envites enérgicos a conciencia con el hilo dental, siempre comenzando por la derecha y de arriba abajo, o sea, un diente de arriba y uno de abajo, así hasta llegar hasta el último de la izquierda. Y es que cada uno tiene sus costumbres, en la que cualquier ruido o distracción alguna que otra vez me llevó a perder el orden que lleva
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