Relata Ava:
Estaba en el patio de mi casa, era fin de semana y disfrutábamos el tiempo en familia, Alex corría por el patio con los gemelos, reían, se lanzaban la pelota y recientemente habíamos adoptado a un cachorro, que corría tras todos ellos.
Se podría decir, que era el escenario perfecto.
Yo estaba sentada en una silla reclinada, bajo una pérgola, disfrutando de un jugo, sonriendo mientras veía a mi familia jugar.
Mi abuelo, Chester, llegó, me saludó y sin decir nada más, se sentó en una silla a mi lado para disfrutar del espectáculo.
Así estuvimos, por un largo rato, en silencio, hasta que Alex se percató de la presencia de mi abuelo, dejó a los gemelos jugando con chikis, el cachorro, y se dirigió a nosotros.
— ¡Señor Golf! ¡Valla! Tenía tiempo sin visitarnos. — Tomó asiento frente a mi abuelo, luego de estrechar su mano.
— Sí, bueno. — Mi abuelo sonrió. — Lamento venir sin avisar, pero mi abogado me llamó esta mañana para recordarme algo…
— ¿Ocurrió algo?. — Me erguí e