Relata Ava:
— Acepto, solo con una condición. — Murmuró Alex, con un gesto de picardía, deslizando la mano con la que antes acariciaba mi mejilla, por mi brazo.
— ¿Cuál?. — Pregunté sintiendo un cosquilleo en mi piel, al contacto de su tacto.
— Que… Aunque nos enojemos… No podemos dejar los juego y los cariños maritales de lado… Es fatal acostarnos a dormir enojados. — Enunció con mucha seriedad.
— ¿Eh?. — «¿De dónde saca esas cosas en un momento como este?», Sopese perpleja.
— Creo que sería una buena opción… — Comentó pensativo. — Si estás enojada conmigo, esa misma noche, de inmediato, tienes que azotarme, así sueltas la rabia y yo me relajo… — Comentó como si nada, mientras se encogía de hombros.
— Ja, ja, ja. — Estalle en una carcajada, no podía con las fantasías de mi esposo. — ¿Y qué pasará si eres tú el que está enojado?.
— También podemos intentarlo. — Elevó una ceja, con malicia. — No sabemos si los azotes te terminen gustando también y prometo ser muy cuidadoso.
— ¡