—¡No me toques! —vociferó Kayla con rabia. Al sentir cómo Hades la ha tocado.
El la suelta al ver su expresión llena de rabia y cómo unas cuantas lágrimas bajan por sus mejillas. Lo que lo hace sentir culpable. A la vez que los amargos momentos que le hizo pasar se manifiestan en su mente dándole un golpe imaginario que casi lo noquea.
Ella se da vuelta; sabe bien que su rostro no tiene el aspecto adecuado para estar viéndolo. Así que se apresura a ponerse la camisa de su pijama, cubriendo por completo su desnudez. Para no sentirse desprotegida.
Hades, por su parte, no encuentra las palabras correctas. Su lengua que ha quedado pegada a su paladar. Su actitud lo ha tomado por sorpresa. A la vez que sus lágrimas le han causado mucho remordimiento. Al punto de sentir un vacío en su estómago.
—Kayla, tenemos que hablar —dijo Hades con calma. A la vez con mucha dificultad.
—No hay nada de qué hablar —declaró ella. Girándolo para verlo de nuevo. Limpiando un poco las lágrimas