Los primeros rayos del sol entran por la ventana. Iluminando la habitación. Kayla yace en la cama cubierta por una fina tela. Hades, por su parte, está sentado en un sofá al lado de la puerta. Por más que intentaba conciliar el sueño, no podía hacerlo.
En su mente estaba la idea de que en cualquier momento entraría por la puerta y lo tomaría a la fuerza. Así que prefirió estar atrancando la puerta para que no entrara. Lo bueno es que no pasó nada; él no vino. Y menos después de la amenaza que me dio.
Ve cómo el cuerpo de Kayla se mueve en la cama. Se quita la sábana y se sienta en la cama. Sus miradas se encuentran.
—Buenos días —saluda Hades. A la adormilada de Kayla.
—Buenos días —responde Kayla. Hades sonríe burlesco al ver cómo ella tiene los cabellos todos alborotados. —¿De qué te ríes? —pregunta Kayla.
—Es que nunca había visto que una mujer se levantara con el cabello tan esponjado.
Al oír eso, Kayla usa sus manos para calmar sus cabellos.
—Mi cabello es tan ext