Al salir de la habitación, Gio ve con sorpresa que el joven amo se encuentra sentado frente a su escritorio y trabajando con una normalidad superficial. No pasa desapercibido para él que está temblando, y aunque lee el documento, lo ve forzar la vista varias veces buscando una concentración le resulta difícil mantener. Quiere sonreír, pues ha recordado que cuando empezó a dirigir la empresa había hecho lo mismo, pero sabe que la distracción en este momento tiene que ver con el hombre viejo que ya se ha marchado para su tranquilidad.
—Archer. —Llama Gio acercándose a él.
El joven amo, ante la sorpresa, suelta el documento y se niega a levantar la mirada. En su lugar empuña las manos y respira profundo, y sintiéndose seguro por su regreso, deja salir unas pocas lágrimas silenciosas mientras se abraza al pecho de su tutor que funciona como padre y amigo. Es cierto que a Archer le gustan los abrazos de Mena para sentirse tranquilo, pero sólo la cercanía de Gio lo hace sentir seguro. De