Al ver que Mena espera grandes cosas de él no puede evitar suspirar y aceptar su responsabilidad, pero si ha de ser sincero, no le llama mucho la atención la idea de ir a una secundaria y rodearse de gente de su edad con su estatus social para aprender un conocimiento que ya usa. No porque sea un genio o porque haya nació con un talento que lo hace especial, sino porque tuvo que aprenderlo a la fuerza para poder llevar una empresa.
Es cierto que no hace tanto como Gio, pero si tiene la parte difícil de representarse a sí mismo como un líder cuando apenas tiene 12 años, debía aferrarse a algo, así que prefirió que fuera el conocimiento que siempre ayuda. Una decisión que tomó como un adulto cuando apenas era un niño, y como tuvo que crecer a una edad tan temprana, no le atrae la idea de volver a estudiar o relacionarse con alguien de su edad. Sin embargo, cuando Mena lo ve con los ojos llenos de orgullo y comportarse como alguien de su edad, siente que no quiere defraudarla y por eso no le queda de otra que aceptar su responsabilidad.
—Está bien, lo terminaré todo antes de jugar con Gio. —Acepta viendo por la ventana la fachada de lo que él llama hogar.
—Excelente, entonces le prepararé algunos refrigerios…
—De eso nada. —Corta de manera fría lo que su sirvienta estaba diciendo para verla con seriedad —. Que los refrigerios los haga alguien de la cocina ya que, por estar ayudando a Gio y por atender mis caprichos de seguro no has podido descansar bien, ¿verdad?
—¿Se dio cuenta? —Pregunta Mena perpleja.
—Por supuesto, cualquier cosa que se trate de ti me doy cuenta. —Asegura el joven conmoviendo profundamente a Mena —. Por cierto, Theo, tú tambien necesitas descansar.
—¿Yo, joven amo? —Pregunta el chofer sorprendido.
—Claro, aunque Gio y Mena saben conducir, de seguro te explotaron para moverlos a donde pudieran hallar toda la información que fuera necesaria.
—No se le puede ocultar nada joven amo. —Sonríe culpable mientras detiene el auto frente a la mansión.
—Tomate la semana a partir de este momento, no creo volver a salir así que está bien. —Dice firme saliendo del auto, sin permitir que Theo se baje primero para que le abra la puerta.
—Definitivamente, es tan peculiar como la ama y tan observador como el amo. —Sonríe Mena orgullosa de su amo, viendo que a pesar de lo pequeño que es tiene una amplia espalda.
—Apoyo la moción. —Concuerda Theo, sonriendo igual de orgulloso.
***
—Bienvenido a casa joven amo.
Es lo primero que escucho cuando atravieso las puertas negras principales de la mansión, y al alzar la vista, encuentro a todos los sirvientes y trabajadores que mantienen la casa en perfectas condiciones puestos en fila haciendo una especie de pasillo por el que puedo pasar entre todos como si fuera un gran señor. Aprecio mucho la atención que me dan, pero a veces creo que son exagerados al mostrar sus respetos a mi persona. Sé que soy su empleador y que los que están aquí son personas de un alto grado de confianza porque nunca han intentado algo contra mi persona y además me han cuidado mucho, pero en verdad exageran sus atenciones cada vez que vuelvo de alguna reunión de socios.
—Beatrice, he dicho que esto no es necesario. —Digo soltando un suspiro mientras busco a mi ama de llaves con la mirada —. Y todos ustedes, —hablo viendo a mis empleados que sonríen orgullosos —, les he dicho que no es necesario que dejen sus puestos de trabajo ni que me rindan pleitesía.
Mis palabras parecen afectar a mis empleados cuando noto que sus sonrisas se han tensado.
—Pero joven amo, es para nosotros un honor recibirlo así. —Responde mi ama de llaves con seriedad mientras ajusta sus lentes en su arrugado rostro —. Es nuestra forma de expresar lo orgullosos que estamos de que vuelva con la frente en alto en cada batalla que libra. —Afirma recibiendo apoyo del resto de los empleados.
—Beatrice, me agrada que me respeten tanto como cabeza de esta familia, pero tengan en cuenta que hacer esto todos los días se torna… cansado y pierde el significado. Por favor, aténgase a hacer este tipo de recibimientos en momentos oportunos. —Carraspeo y los miro a todos de forma seria mientras siento mis mejillas arder—. Por hoy se los perdono porque resulta que gané en la reunión de socios e inversores, pero en el futuro, espero que me reciban así solo para los momentos importantes.
—Como ordene, joven amo.
Todos los empleados responden a coro y se retiran cada quien a su lugar de trabajo mientras murmuran entre ellos. No logro entender lo que dicen, pero puedo adivinar que están felices de que aprecio sus atenciones y aplaudo sus esfuerzos.
Me agrada que se sientan cómodos conmigo y que sus atenciones salgan de manera natural, porque eso dice mucho de mi trato como persona.
El hecho de que tengamos tan buena relación a pesar de ser jefe y empleados, se debe a algo que me enseño mamá. Siempre me dijo que el estatus puede cambiar de un día para otro y que los lazos pueden romperse, pero el estar conectado con todos y apreciarlos hasta el último segundo hace la diferencia entre una buena persona y una con malas intenciones. Eso me lo enseñó tanto que, cuando veía que se me subía el poder a la cabeza, se aseguraba de darme una lección de humildad y hacerme entender que, a pesar de que me sirven, yo los necesito y no debo despreciarlos.
En verdad mamá era una persona única.