No me gusta hablarle así, pero en momentos como estos es necesario. Si algo me enseñó bien fue a siempre marcar mi autoridad, especialmente si es alguno de mis tutores quienes están subestimando mi posición o tomándose a la ligera su trabajo. No puedo dejar que ella de un mal ejemplo cuando es de las personas más cercanas a mi. Soltando un suspiro me volteo a ver al representante del inversor. Gio está junto a él, y como noté, es ciertamente más bajo, más su altura es llamativa. Tiene facciones marcadas y el famoso lunar debajo del ojo que lo hace ver inesperadamente apuesto a los ojos de los demás.
—Lo siento, joven amo. —Dice Mena, apenada y acongojada.
—Siempre y cuando lo entiendas está bien. —Digo mientras camino a abrir la puerta de mi oficina —. Vuelve a casa. Hoy no estás en condiciones para trabajar.
Ella me ve aterrada, de seguro no quiere separarse. Pero no la quiero cerca cuando se que no se va a concentrar en el trabajo debido al hombre que personifica sus gustos