4. Sorpresa, sorpresa

¿O sería el beso lo que me dejó sin aliento? Bueno, lo que si les diré es que casi caigo de la silla al darme cuenta que el millonario "salvavidas" trabaja aquí y debe - por lo refinado de su traje - tener un alto cargo en las empresas porque todo el mundo se encuentra nervioso, menos yo por supuesto ¡Ah y la jefa de Recursos Humanos! que al parecer son bastante cercanos, tomando en consideración la mano que tiene puesta en la cintura de la morena.

Percibe mi sorpresa y sonríe con lo que yo llamo entusiasmo excesivo, lo hago de vuelta cortésmente para no llamar la atención del público y evitar la percepción de que nos conocemos o al menos nuestras bocas, pero Donna Jackson quien parece conocerlo bien, me observa sonriente como sabiendo algo que ignoro. Hago caso omiso de cualquier insinuación para evitar levantar algún mínimo de sospechas incluso, aunque la mirada penetrante del caballero que tengo enfrente baje bragas y haga babear a cualquier chica.   

— ¡Jefe, bienvenido! por favor disculpe mi descuido, Isobel McKenzy empezó hoy a trabajar con nosotros ¡Isobel, el jefe! - ¿el jefe? me lleva la mierda, a Dios gracias mi madre no puede escuchar mis pensamientos porque me ahorcaría ahora mismo.

— ¡Jefe, un placer! - agradezco al cielo por que mi voz salió firme.

—El placer es mío Srta. McKenzy ¡Bienvenida! - su voz suena algo distinta, sin embargo esos ojos son idénticos a los que me observaron de manera lujuriosa esa noche y el hoyuelo... es el mismo.

Luego del almuerzo y de mi bochornosa sorpresa, volví a mi sitio de trabajo. Me considero una persona muy observadora, pero hoy me he topado con un par de ojos que conozco pero en dos ocasiones me han mirado diferente. Salgo del ascensor y me encuentro de frente con el jefe, este sorprendido despliega una preciosa sonrisa que me dice "te conozco", sin embargo; abajo no me miró igual. Me siento extraña ante la situación y me veo tentada a preguntar, pero la fiera de mi jefa sale y veo que desea arrancarme la piel por estar tan cerca del jefe que ni siquiera se su nombre.

— ¡Jaques, qué sorpresa! - gira y sonríe a la Hidra de Lerna — ¡Isobel! ¿serías tan amable de volver a tu sitio de trabajo? - bajo mi cabecita para no hacer ninguna mueca desagradable, balbuceo un "con permiso" evitando a toda costa que mi jefa elimine mi humanidad con una de sus cabezas y sigo a mi escritorio que se encuentra bastante atestado de trabajo.

— ¡Lara! ¿qué tal estás? - los ojos del jefe no se apartan de mi y yo bajo la cabeza para no causar molestias.

Un aroma a perfume de hombre, delicioso y provocativo llena mis fosas nasales ataviándola e impidiéndome trabajar, levanto la vista y observo una mano masculina con uñas perfectamente arregladas y una de dama que se acerca a tomarla. Bajo la vista hacia lo que deseo hacer, pero que no logro ya que el murmullo de las personas que se encuentran frente a mi lo impiden.

— Pasemos a la oficina querido, dentro platicaremos más cómodos - dice la jefa, pero no obtiene respuesta. Miro al frente y el jefe Adonis se encuentra absorto en el teléfono ignorando a Lara, la cual tiene la cara tan arrugada que después de eso le quedarán líneas de expresión.

— ¿Isobel, cierto? - abro los ojos y solo asiento. Me observa divertido — ¿Sucede algo? - pregunta ladeando la cabeza enseñándome el hoyuelo que ahora veo más pronunciado. Me siento un poco confundida.

— ¡Oh descuide jefe, no pasa nada! gracias por preguntar y si necesita algo solo dígame - su sonrisa se ensancha y me doy cuenta que he cometido un error, Lara me fulmina con los ojos.

— ¿Quieres cenar conmigo? - pregunta en un tono seductor que enciende mis alarmas.

— ¡No, gracias! - sonrío cortés ya que me importa un pito si el sujeto es el Príncipe de Gales, no voy a meterme en su cama si es lo que desea. Escucho el jadeo de mi jefa y pongo los ojos en blanco.

— ¿Y qué quieres hacer conmigo, qué te gustaría pequeña? ¡si me lo dices concederé todos los deseos de tu corazón! me consideran una especie de dios ¿sabes? - despliego mi expresión falsa de emoción, abriendo los ojos y colocando la mano derecha en el pecho y la izquierda tapando la boca. El idiota se lo pasa en grande creyendo que es cierto y he caído ante su propuesta hechizante.

— ¿Sabe qué? me halaga, pero no me siento interesada, realmente le agradezco por el bonito gesto. Y esa mirada no funciona conmigo - y en realidad no estoy atraída ante la posibilidad de acostarme con mi jefe, no estoy ciega, el sujeto es un Rey, pero no me interesa.

Su expresión me indica que está convencido de que hablo en serio, no lo puede creer y sonríe tenso, mi rostro pétreo y sonrisa falsa hacen que la cara de mi jefa cambie de colores por lo que considera una falta de respeto para el dios Griego, se que voy a tener problemas, se que no durará mucho mi estadía aquí. Pero no voy a aceptar proposiciones de esa índole solo porque quiera conservar un empleo.

— ¡Jaques, mi secretaria es una bromista! ven conmigo necesito referirte algo, Isobel: ve a recursos humanos por tus honorarios porque estás despedida - dice tranquilamente y mi corazón se rompe, pero no lo demuestro. Por el contrario, despego mi trasero de la silla para irme dignamente.

— ¡No Lara, déjala en paz! - ¿qué? — El que me haya rechazado no es problema, se perder perfectamente, siéntate Isobel - deposito de nuevo mi trasero en la silla, sorprendida de la actitud de el Adonis.

— ¿Pero?

— ¡Te dije que no, Lara. Déjala en paz! ella no me faltó, yo lo hice - me observa con falsa seriedad.

— Está bien, que se quede - lo toma del brazo para llevarlo a la oficina.

Una vez dentro, Lucy sale de la oficina y se instala con su preciosa barriga y un montón de papeles para organizar y que la Hydra los firme, me observa y sonríe agotada, lo hago de vuelta tratando de terminar con mis cuentas para ayudarle  y de ese modo ella pueda descansar un poco, sus piernas se encuentran hinchadas y su expresión desencajada me indica que necesita reposo ya, y que Lara no se lo ha firmado aún.

— ¿De qué tiempo estás? - me observa y sonríe.

— Tengo siete meses y medio - acaricia a su hijo por encima de su piel y su expresión de ternura me conmueve.

— ¿Y que sexo tiene? - su sonrisa ahora es radiante y hermosa.

— ¡Es niña, la amo tanto! - sus ojos se llenan de lagrimas, y su expresión se entristece a pesar de que la sonrisa de sus labios no se borra.

— ¡Felicidades! las niñas somos lindas - digo ya que no tengo idea de que mas decir.

Ya son las cinco cuarenta y Lucy y yo terminamos con el trabajo de hoy, los jefes se quedaron encerrados en la oficina toda la tarde. Lucy me mostró todo el trabajo que debo realizar en su ausencia, Lara Clayton es prácticamente un parásito ya que todo lo hace la asistente y ahora, cuando la chica se vaya de permiso, yo lo haré. Escucho el ruido del picaporte de la puerta y sale el jefe con una expresión muy distinta de la que entró y detrás mi jefa con... ¡Oh por Dios!

¡Eso si que es una sorpresa! 

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