— ¡Oh por Dios, Jacques, Isobel! – grita Bárbara haciendo que mis tímpanos duelan — ¡Bienvenidos! – toma a Jacquie en brazos luego de que esta se lanzara prácticamente — ¡Isobel estas… divina! – pongo los ojos en blanco y recibo un golpe en el brazo.
— ¿Qué? – digo sonriendo.
— ¡Eres malo! – levanto las cejas y los hombros fingiendo confusión.
La atraigo hacia mí para besarla y escucho los ¡oooohh! De las amigas – que nunca había visto – de mi suegra. Ya quiero irme de vuelta a la casa para hacerle el amor a mi mujer, motivado por el color rosado de sus mejillas y lo deliciosa de su piel. Soy una mierda asocial, sexual y pervertida cuando se trata de mi Pequeña Bruja.
Una de las mujeres lleva en braz