Yo era un manojo de nervios cuando me quedé ciego. Lorraine y yo caminamos un poco. No quería subir rápidamente al segundo piso para que no supiera que había ido a una cita "planeada casualmente".
Me puse un vestido rosa corto acampanado y sandalias bajas. Me solté el pelo y me pinté los labios.
- Honestamente, no veo la diversión de caminar en el centro comercial. - se quejó Lorena. – ¿Comemos o bebemos algo?
- Lo haremos. Felizmente estuve de acuerdo con su idea.
Cuando subimos al ascensor, ella comentó:
- ¿Qué te pasó invitándome a salir? Casi nunca deja ir a sus amigos.
- Sólo quería despegarlos un poco. - Yo hablé.
- ¿Y has estado en Manhattan?
- Sí.
- He estado yendo más al Salón 191 últimamente. Hay hombres mayores allí... que me gustan. – ella parpadeó.
- Lo sé... - se ríe.
Sí, sabía que Lorraine estaba realmente interesada en hombres mayores. Y aunque nuestras madres eran hermanas, la suya era mucho más liberal y permisiva que la mía. Los dos teníamos la misma edad, pero no s