Lara
Killiam...
Es él... De verdad es Killiam.
Estoy pasmada. ¿Por qué está él aquí? ¿Cómo me encontró? ¿Qué pasará ahora?
Me rindo al deleite de su boca, esa que no sabía cuánto extrañaba hasta ahora.
Su sabor es tan exquisito...
Todo mi cuerpo reacciona a ese beso tan intenso y necesitado, a la manera en que sus manos frotan mi espalda baja y me queman.
Lo deseo tanto, aunque no debería.
Entonces recuerdo los latigazos, su mirada indiferente cuando me hacían daño, las acusaciones, el calabozo y... su traición.
Lo aparto de golpe y recojo la daga que dejé caer en algún momento, y lo vuelvo a amenazar, solo que esta vez no la pongo en su cuello; más bien tomo distancia y la uso para mantenerlo alejado de mí.
Necesito escapar. No entiendo por qué me ha besado, si es su lobo el que lo domina, pero no voy a caer en su trampa. Debo proteger a mi cachorro de él y de su gente.
—Lara, no me temas, por favor. —Trata de acercarse, pero muevo la daga, amenazante.
—Te demostraré que soy inocent