Lara

El olor a delicias horneadas se mezcla con el especiado de los árboles y el dulce de las frutas exóticas que nos rodean.

Esa combinación de esencias crea un perfume fascinante que me hace agua la boca.

Pero eso no es lo único agradable aquí.

La imagen es demasiado perfecta como para no admirarla.

¿Así de guapo es el rey Arion?

Mis ojos se pasean por la armadura blanca con dorado que le cubre el cuerpo, aunque deja algunas brechas en el torso que evidencian su figura bien formada, un tono de piel cremoso y nítido, y músculos firmes.

Su cabello, dorado como el sol, cae en cascadas sobre sus hombros, tan lozano y lleno de vida que me da un poco de envidia.

Su mirada amarilla, parecida a la de los felinos, me observa con una diversión que me pone nerviosa. No sé si estoy desvariando, pero su porte sarcástico está mezclado con un desconcierto que intenta ocultar, o eso es lo que su ceño medio fruncido y la tensión de sus facciones me dictan.

Puede que esté equivocada.

—¿Cómo fue que a