Maldito cabrón de mierda.
Me sentía una estúpida por su culpa.
Estábamos jugando a quien coño le da más celos al otro y terminaríamos cometiendo estupideces por inmaduros.— ¿Nos vamos entonces a por tus cosas? — preguntó Rafael aguantandose la risa.
— Si mi jefe no me necesita para nada más nos vamos sí — contesté directamente mirando a Rodrigo, que apretaba los labios hirviendo en rabia.— Pues no vas a poder porque te necesito para más cosas — casi pude sentir a varios resoplar y mientras los demás se iban de la sala, la morena, Joshua, los hermanitos y yo, seguíamos en una batalla campal ahí dentro — pero no te preocupes Rafael que cuando acabe con ella es toda tuya.Ladeé la cabeza torcí un ojo hacia él, y casi pude sentir mi cuello traquearse