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Aquí estoy, dos días después de haberle dicho aquello tan rastrero de mi parte a Rodrigo, y todavía, mientras espero que podamos embarcar,sigo sin poder dejar de pensar en su cara ese día...

Su expresión tenía una mezcla de dolor y furia, que no se podía adivinar, cual de los dos ganaba la partida.

Miraba mi vientre con los ojos llenos de lágrimas que me sabían mal, me sabían muy mal pero él también me había hecho daño, había visto la oportunidad de aprovecharse de mí y la había tomado, me dolía tanto como a él lo que estaba haciendo, pero no podía echarme atrás.

Miró a su hermano con un desprecio y un dolor, que me partió el alma porque había contribuido un poco más, a dañar la relación que tenían ya de por sí astillada, los dos.

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