Capítulo 36 Entrega total
Pero no fue sino a las 11:00 de la noche que Mili abrió los ojos. La despertó una dulce melodía que traspasaba los muros de la pared. ¿Dónde estaba? Se vio recostada en una cama grande, intentó recordar, posiblemente haya escapado a tiempo de una pesadilla en la que una catedral se venía abajo, encima de ella. Fue un sueño horrible. Vio a su alrededor, el recinto le pareció familiar, la cortina de seda beige, cayendo de su barra y trasluciendo una ventana panorámica desde la que se podía apreciar la ciudad. ¿Seguía soñando? Deslizó sus manos y comenzó a tocar el colchón, era suave, esponjoso y cálido. El tacto parecía darle cierta garantía de estar a salvo. Recorrió la cama con sus dedos, los pasó por el espaldar, la cama de madera era elegante y sobria. «¿Dónde estoy?». Todavía era presa del sopor del sueño.

​—Al fin despiertas —dijo una voz gruesa a sus espaldas—. ¿Té?

​Mili se volvió. Era Adréis, parado en el vano de la puerta, sostenía una taza de té con aroma a frutas. Entendió
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