—Sube, yo te llevo. —el hombre se ofrece.
Rebecca exhala un suspiro de alivio; nuevamente él había aparecido para rescatarla del peligro, era su salvador.
Ella asiente y sin dudarlo, sube al coche.
—¡Hola! —lo saluda en un tono amable, aunque por dentro brincaba felicidad al verlo.
—¿Qué haces por aquí? —Le pregunta él, sorprendido. Y es que para Borjas aquel encuentro casual, era una especie de señal del destino. Desde que rescató a Rebecca de manos de aquellos maleantes, no dejaba de pensar en ella.
La pelicastaña no salía de su mente ni un segundo.
—Vine a inscribirme en la UA para hacer una maestría. ¿Y tú, que haces por aquí? —interroga.
—Pasaba sólo por casualidad. ¿Y qué tal te fue?
Rebecca titubea antes se contestar:
—¿Bien? Creo. —responde, dubitativa.
—¿Por qué lo dices de ese modo? Pareciera que no te ha ido muy bien.
—Es que sí, vine a inscribirme y lo hice, eso significa que me fue bien ¿no?
—Pero… —incita él a que ella le diga lo que sucede.
—Nada, sólo