Paisaje nocturno

¡AHHHHH! –grito la rubia quien se abrazó al azabache ocultando su cara en su brazo y volviendo a temblar—

¡ahora entiendo porque no dejan entrar a niños solos! –Grito el pequeño quien se aferró de igual forma al azabache temblando de miedo, esos dos sí que eran iguales—

Sonrió de medio lado. Esta vez la elección no estaba del todo mal.

La casa de los horrores

En aquel parque había dos de ellas, una para niños, a la cual el pequeño se adentró y encontró de lo más falsas y aburridas, sintiéndose poco menos que estafado, y había otra para los más grandes. Como el no cumplía aun los 10 años, los cuales para su desgracia cumplía la próxima semana, debía entrar acompañado por adultos, cuando se los pidió, ambos asintieron al saber que no sería algo extremo.

Esa casa realmente si daba miedo, estaba muy bien ambientada, toda oscura y nada más se les daba una linterna para alumbrar el camino que parecía laberinto. Pero él no era de las personas crédulas, debía admitir que en más de una ocasión
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