25. Mis promesas para ti
— ¿Esta es la ropa seleccionada? – cuando al fin reinó la paz, Steve le preguntó a la dependienta.
— Sí, siguiendo sus indicaciones, la elegí para la Sra. Green, pero no ha podido probársela.
— Disculpe por favor todo este malentendido— la asistente tenía la cara en el suelo.
— Sr. Brown, le daremos muchas concesiones en los precios por este malentendido, por favor disculpe Sra. Green— la gerente quería que le salieran mil bocas para disculparse.
— No fue su culpa, muchas gracias, pero ya no es necesario, pueden llevarse la ropa, no compraremos nada.
— Yo me voy – Emma dijo de repente, caminando a agarrar su pequeño bolso de un mueble donde lo había dejado.
— Pero…— la gerente miró al Sr. Brown.
— Déjenos a solas, por favor y la ropa que se quede en su sitio – pidió y las dos mujeres salieron, poniendo el cartel de completo reservado afuera, para que nadie más entrara.
— Emma, ¿qué sucede? – Steve comenzó a acercarse a ella, que estaba con la cabeza baja y ya la conocía, algo le