Mateo Acosta
Sofia se retira con una sonrisa fingida en la cara, pero los ojos rojos de ella la delatan esta molesta, y no me importa en lo absoluto, él no cedía ante nadie, le dijo que debía esperar y debía hacerlo.
Seguramente su virilidad no funciono por la tensión a la que estaba sintiendo en este momento por refrenar y desatender sus necesidades sexuales básicas.
Sin embargo Sofia logro sacarle una promesa, mañana ella iría de mi brazo a la presentación de Marie, y además, se iría en la noche con él.
—Disculpa la tardanza, pequeña —Soltó Mateo apenas la encontró en la sala principal de la mansión, estaba complacido por verla esperándolo
— ¿Te apetece aún que juguemos? — Cuestiono lamiendo mi labio inferior, me encanta la forma en que se sonroja por cualquier cosa, es una niña pero es muy receptiva a mi presencia.
—¡Oh, sí, Mateo! —Ahora más que nunca, se dijo en su cabeza para daré valor durante el tiempo de espera, se fue a la licorera y destapo una botella de brandi
—. ¿Sigu