FRUTA PROHIBIDA

Marie Moreau

Estaba muy nerviosa ante la imponente presencia de Mateo— ¿Supongo que es de tu conocimiento el contenido del testamento de  tu padre? Cuestiona el sin dejar de verla a los ojos.

—Mi padre se esforzó por enseñarme a manejar sus negocios desde que era una pequeña, no tuve una infancia convencional y al final, te dejo como albacea de mis bienes hasta que cumpla veintiún años o hasta que me case. — Suelta frustrada al sentir que su progenitor no terminaba de confiar en ella.

Para él era una niña para muchas cosas, sin darse cuenta que ella ya había crecido y podía con cualquiera de las tareas que se le encomendaran a pesar de su juventud y belleza.

—Debe aceptar la voluntad de tu padre lo más rápido que puedas — Responde el

—.Saber que viviría a tu lado  fue lo único que le dio un poco de felicidad y paz en medio de todo este caos—Admito sin vergüenza alguna ante él

—Qué bueno que te gusta la idea, daré mi mejor esfuerzo para que vivas feliz todo este tiempo a mi lado. —Promete él tomándola de las manos, sin tener idea de todo lo que esta acción ocasionaba en el corazón de la joven frente a él

—Me siento tan sola, desamparada  desde que el no está. — Le digo temblando ligeramente, tengo ganas de llorar

Mateo sintió que necesitaba conferirle el apoyo que de seguro  ella esperaba recibir del hombre que fuese como un hermano menor para su padre y que además había estado presente en sus primeros años de vida. Cuando solo era una pequeña, Ahora, por cuestiones del destino, se había convertido en su protector.

Marie mantenía la cabeza baja, perdida en los recuerdos de tantos momentos de felicidad compartidos con su querido padre, aunque estricto, él siempre estaba para mí.

Mateo al igual que ella se sumió en los recuerdos de aquella pequeña que aprendió a querer como una hermanita hasta el momento que su padre se la llevo con él a Francia, para que recibiera según su padre una formación adecuada.

Si ella se criaba con su padre solamente, ella por muy hermosa que fuese, se comportaría como un marimacho, si su padre fuese sido el encargado de su educación.

No puedo evitar fijarme en el blanco impoluto, de si piel, sus cabellos largos y dorados, y esos ojos increíbles bordeados de pestañas espesas.  Marie, solía ser una niña dulce y obediente, la recuerdo como su fuese ayer.

Pero su personalidad cambiaba drásticamente en defensa de los menos favorecidos, en ese momento salía a flote una personalidad rebelde, y temeraria.

En este momento es una joven, esbelta con curvas delicadas…

Sospecho que no será nada fácil, hacer el trabajo que me dejo Richard con ella, si es como pienso, Mateo sacude su cabeza, y determina que no puede seguir tratándola con la misma confianza de antes, ya no es una niña.

No sería apropiado, no quería alborotar las habladurías de la gente, menos que pensaran que se está aprovechando de su protegida, la gente es muy mal pensada.

En ese momento, se dio cuenta de la cercanía de ella, y la soltó como si ella le quemara.

—Esta será tu casa a partir de este momento, Puedes cambiar lo que quieras para que te sientas cómoda, me gustaría que te sintieras como en tu casa. — Declaro Mateo rígido aun afectado por la cercanía de la muchacha.

Se espera que ella actué de la forma más educada posible de acuerdo a la crianza estricta del internado donde su padre la clausuro, para brindarle la mejor de las educaciones.

Asintió con una sonrisa suave, esperaba que todos sus infantiles anhelos se hicieran realidad muy pronto, Mateo so solo es el hombre más lindo que ha visto, también es todo un caballero, su imponente presencia, me roba el aliento, en algún momento se olvido hasta de respirar.

—Gracias.— Susurro, sin poder agregar nada mas, las piernas casi no pueden son tenerme, la temperatura de mi cuerpo se eleva, y siento que las mejillas se me queman, jamás me había sentido así en la presencia de otro hombre.

Busco su mirada, gris con ansiedad tratando de descubrir si a él, le están pasando las mismas cosas que a mí, esto no sería tan fácil de ocultar, necesito descubrir si esto que estoy sintiendo es reciproco, siento que el corazón se me va a escapar del pecho.

Pero en el noto incomodidad y hasta rechazo, eso me hizo sentir perdida, adolorida.

. —Gracias —repitió bajando la mirada, para que él no notara la tristeza de mis ojos

—Marie, debo pedirte algo. — Susurra él, incomodo

—Lo que sea —se apresuró a responder ella con una nota de esperanza en su voz.

—Necesito que sepas que todas las decisiones que tome para tu vida futura serán cumpliendo la voluntad de tu padre, seré un tío para ti— Promete, con seriedad, que la hace pensar que única feliz de ese reencuentro es ella.

Entonces todo el cansancio, cae sobre ella como un peso muerto en los hombros, tal vez pensó con optimismo que el solo debe asimilar un poco más la situación, el no se esperaba nunca asumir la responsabilidad que tenía su padre antes con ella.

Tal vez el tiempo juegue a mi favor, y el rio tome su cauce, solo debo tener paciencia y ser inteligente, pero estoy segura que lograría  convertirse en el  presente y el  futuro de Mateo

. —Creo que por hoy es suficiente conversación —Mateo declaró al notar por vez primera las  ojeras de Marie

— Te mostraré tu recamara debes estar agotada, deberías intentar descansar un poco antes de la cena —Sugirió extendiendo la mano para ayudarla a levantarse.

Apenas los dedos se rosaron, una corriente eléctrica atravesó el cuerpo de la joven, estremeciéndola de pies a cabeza, se pregunto qué pasaría, si él se atrevería a acariciarla y si sus labios se unieran, tan solo una vez.

Y es que todo lo que Mateo causa en ella es las fuerte, que sus sueños y fantasías se quedan pequeñas, ante  lo que está sintiendo ahora.

Hace poco tuvo su primer novio, lo experimentado con él no se compara con lo que está sintiendo ahora, fue un noviazgo inocente de manitos sudadas y besos que no le sabían a nada.

En absoluto silencio, lo sigo a la planta alta por todo el pasillo que lleva a las habitaciones, cada uno inmerso en sus pensamientos tormentosos, Pasaron frente a varias habitaciones sumidos en ese silencio hasta que él se detiene frente una puerta.

El la abre y le hace ademan para que ella pase antes, ella observa que sus maletas ya están adentro.

—Gladys, está en la habitación contigua a esta, si necesitas cualquier cosa el personal de servicio esta a tus ordenes. — Explica el sin apartarse del lumbral de la puerta sin atreverse a entrar a la habitación que le asigno a ella.

—Eres muy amable, muchas gracias. — Respondo en un murmullo, que apenas se entiende

—Te reitero que eres bienvenida, a partir de hoy este será tu  hogar, siéntete como en tu casa. —Al ver a Mateo tan serio y distante con ella, la joven dejó notar la tristeza  que sentía en sus ojos. No tenía idea cómo comportarse frente a él, no es el mismo hombre de sus sueños, este Mateo no la quiere.

Ella asintió con las emociones contenidas en su garganta, queriendo retener el llanto, ella solo quería llorar

—Debes saber que, a pesar del tiempo transcurrido, sigues siendo «mi pequeña» —La llamo con el dulce apelativo con el que la trataba antes.

—Gracias, es muy amable de tu parte. — Respondió ella con voz afectada

— No soy tu padre tampoco pretendo serlo, pero haré todo lo posible compensar  su ausencia. — Expreso, conmovido ver sus ojos llorosos, por un momento volvió a ser su pequeña.

—Es muy importante para mí, lo que estás haciendo. — Respondió sin aliento, no sabía que esto sería tan difícil, a pesar de estar con él se sintió muy sola.

— Es importante que sepas que siempre puedes contar conmigo, para lo que necesites— Susurra él sin acortar la distancia en ningún momento, no pudo aguantar un minuto más, todas las lagrimas retenidas comenzaron a brotar como un manantial, en ese momento él le abrió sus brazos para que se refugiara en ellos, el se dejo llevar, porque lo que se propuso fue mantener la distancia.

La apretó contra su pecho, despertando emociones que no se parecían en nada a las que antes d despertó la dulce Marie, se sintió como un  joven inexperto, lleno de emociones que le resultaban conflictivas, pero por un momento se dejo llevar, por un momento disfruto del cuerpo femenino, que tenía entre sus brazos.

Marie, necesitaba salir de dudas de una vez por todas, luego se preocuparía de las consecuencias de sus actos, al menos por un instante él era suyo.

Sus manos, subieron como si tuviesen vida propia de su pecho a su nuca, donde se colgó para halar la cabeza del hacia abajo, aun así tuvo que pararse en la punta de sus pies, para plantar un beso suave en la comisura de los labios de él.

Así casi si espacio entre los dos y ardiendo por dentro por el cumulo de sensaciones presas dentro de ella susurro viéndolo a los ojos —No sabes cuánto aprecio el apoyo que me das. Mi trataré, a partir de ahora, devolver con creces lo que me brindas tan generosamente — perdida en el gris oscurecido de sus ojos.

Lo que inició como la genuina intención de dar consuelo, se convirtió en un martirio para Mateo, en el momento en que su cuerpo despertó por la cercanía de la joven, sintió deseos de que ese beso continuara

Furioso, con él y con ella misma, la tomo de las muñecas y despego las manos de la joven de su cuerpo, ella para él es la fruta prohibida, ¡Por Dios, ella es su pequeña!

Por un instante se sintió un pervertido, mientras ella celebro por dentro al descubrir que no le era indiferente a Mateo, que ambos con un inocente roce de sus labios terminaron con la respiración acelerada,  él se encerró en su habitación con una botella de alcohol, sintiéndose culpable por haber sentido deseos  insanos por ella, ya que él es su tutor, su protector, ella es una niña frente a él.

Marie por su parte se sentía dichosa y se acostó a dormir plácidamente como hace mucho tiempo no lo hacía, soñó con un futuro al lado del dueño de todas sus fantasías, de niña, tal como lo hacía antes.

Mateo pasó la noche en vela, el primero de muchos desvelos a causa de Marie, mientras toma de la botella de licor, se pregunta si Sofía, tenía razón y no debía hacerse cargo de Marie.

Su amistad con Richard Moreau era más que una amistad, era una hermandad siempre se tuvieron el uno al otro, desde niños, desde la infancia, cuando Mateo, asistía al Jardín de infancia y Richard la escuela primaria.

Un niño me golpeo, y me dijo que era un bastardo, Richard, aun sin conocerme me defendió, ni siquiera tenía idea, lo que la palabra bastardo significaba.

Mi padre amaba tanto a mi madre que estuvo ciego, durante mucho tiempo, mientras él trabajaba duro para darle una vida de lujos, ella lo engañaba descaradamente con muchos hombres, por eso estuvo la duda sembrada por mucho tiempo.

La ofensa de ese niño, no fue la única, pero cuando crecí no cavia duda que era hijo biológico de mi padre, somos dos gotas de agua, pero la reputación de mi madre es otra cosa, las personas que hablaron mal de ella siempre tuvieron la razón.

Me di cuenta en mi adolescencia, de todo lo que ella hacía, no tuve el valor de decírselo a mi padre, él no me creería, por suerte siempre conté con mi mejor amigo y ahora no está.

Me siento defraudado de mí mismo al permitir que la hija de él, se acercara a mí.

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