No podía respirar. Lo intentaba. Juraba por todos los dioses que lo intentaba pero parecía imposible. Todo aquello parecía imposible.
Salir a mirar el mar como hacía todas las mañanas, darse la vuelta y ver a Leo…
Ver aquel gesto en que la mochila simplemente caía de su hombro y él no se detenía, porque nada importaba, nada que no fueran ellos dos, reencontrándose en aquel momento único, en aquel instante.
Sintió que temblaba mientras Leo llegaba y se quedaba a pocos centímetros de ella. la miraba como si fuera una alucinación, como aquel primer día en la cabaña de Ushuaia cuando ella había llegado a poner su vida de cabeza de nuevo.
Apenas se atrevió a mirarlo. Había cambiado tanto en esos meses. Tenía más barba y el cabello largo y… y sin importar cómo se viera, ella lo habrí