CAPÍTULO 27. ¡ESTOY EN ÉXTASIS!

Leo sintió que unas manos lo arrastraban fuera del salón, y no necesitó saber que era Guido quien lo llevaba afuera para que no se notara -demasiado- que había perdido el color y los nervios en el mismo segundo. Antes de salir alcanzó a ver que alguien corría hacia Mía, cuyo cuerpo se balanceaba peligrosamente hacia atrás.

No llegó a saber si se había desmayado o no, solo que estaban con ella quienes podían auxiliarla.

Sintió el aire fresco del mar en la tarde y trató de respirar, pero simplemente no podía. Ese pequeño video había logrado revolverle el alma, los sentimientos, hasta la vida misma.

—¿Viste… tú viste…? —logró tartamudear apenas mientras Guido se mesaba los cabellos con desesperación. Leo ya tenía una profunda y terrible concepción del destino y su odio contr

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