El taxi recorría la sinuosa carretera, cortando el paisaje toscano mientras nos acercábamos al pueblo de la familia Mancuso. Estaba sentada junto a Dante, tratando de contener la inquietud que crecía dentro de mí.
"¿Alguien sabe que nos dirigimos al pueblo?" pregunté a Dante, buscando alguna garantía de que nuestra visita no sería interrumpida.