La mansión de la familia Mancuso estaba envuelta en un silencio nocturno cuando me encontraba inmersa en el estudio minucioso del caso de Don Salvatore. La complejidad de su condición exigía mi atención total, y me dedicaba a comprender cada detalle antes de la cirugía que se aproximaba. Sin embargo, ese enfoque preciso fue interrumpido por gemidos provenientes del cuarto contiguo.