La atmósfera estaba cargada de pasión mientras Dante y yo nos besábamos en la habitación proporcionada por Gianna y Vincenzo. Nuestros labios se encontraban con deseo, nuestros corazones latiendo al unísono, cuando de repente la puerta se abrió. Gianna estaba allí, sosteniendo sábanas y almohadas, con una expresión avergonzada en su rostro.
"Lo siento por entrar sin golpear", murmuró, mientras intentaba equilibrar las cos