Claro, respondió Ramos, con una sonrisa que era pura labia. Pero no te rayes mucho, Romero. Estas cosas no duran. Y tu talento... tu talento vale un montón, en un sitio donde puedas brillar sin rollos.

Clara salió del café hecha un lío, con la cabeza dando vueltas. La oferta de David Ramos era una tentación heavy, una puerta a otro futuro. Era la opción de escapar de Marcos, de lo complicado que es, de lo mucho que la rechaza. Era la opción de empezar de cero, de pillar su libertad, de escribir sin rayarse por un amor que no es y que la está consumiendo.

Pero, aun así, algo dentro de ella no lo veía claro. La novela El Editor de Acero era más que curro; era parte de ella, una forma de entender a Marcos, de curar sus movidas a través de la historia. ¿Podía dejarlo tirado? ¿Podía olvidarse de la novela que había empezado a escribir con tanta gana, con tanta verdad, una historia que era parte de su vida?

La tentación del rival era grande, muy heavy, muy atrac