58. Fue cosa del destino
«Soy la esposa de Garrett.»
Anthony esperó a que Isla le dijera que era una broma, pero los minutos pasaron y ella no se retractó. Las puertas del ascensor se abrieron y, de manera mecánica, él las atravesó con Isla aun entre sus brazos.
El silencio se volvió tan pesado que respirar fue una tortura. Lo que parecía algo ridículo. No existía ningún lazo entre Isla y Anthony. No había razones para sentirse herido, como un hombre que acababa de sufrir una profunda decepción.
Sin embargo, una pequeña espinita presionaba su corazón, haciéndolo sentir incómodo.
—¿No vas a decir nada? ¿No quieres saber lo que pasó? —preguntó Isla, sintiendo la tensión en el cuerpo de Anthony.
—Será que no tengo nada que decir ni que preguntar. Si me sorprende mucho que me hayas pedido buscar a Livia cuando deberías haber contactado a tu marido. A estas alturas, supongo que sabes sobre ellos, ¿no?
Isla asintió ligeramente.
Los ojos de Anthony brillaron con cierto enojo por el descaro d