Julieta Peterson perdió a su familia y toda su fortuna en ese trágico accidente que la mantuvo alejada de la ciudad por años, quedando en la calle. Sin embargo, una oportunidad cambia totalmente su vida cuando una familia adinerada busca un vientre en alquiler para tener un hijo. Lo tomó y el contrato sólo pedía una cosa: NO DEBES LLAMARLA HIJA. Luego de años manteniendose oculta ha regresado al país para exigirle a su tía que le devuelva la herencia que le corresponde. Su tía sólo aceptará si tiene un hijo. —¡Lo tengo! Tengo un hijo. —¿Cómo que tienes un hijo? —Si, y es un niña y…¡También un esposo! ¡Necesita un esposo de mentira y debe tener una familia! —Sea mi esposo, señor McGrey. Román McGrey tiene su propio imperio hotelero en el centro del país, un magnate millonario, viudo, antipático, serio, odioso y padre de una hermosa niña de 2 años que para él, es lo único que le importa en este mundo. Ahora su hija está creciendo y nuevos trabajos y problemas personales lo mantienen día y noche lejos de la niña y no quiere a ninguna extraña mujer al lado de su hija. No obstante, también parece estar cautivado de manera que no logra comprender por Julieta Peterson. ¿Esos ojos verdes los hechizaron desde la primera vez que la vio? La pregunta es: ¿Acaso la conocía desde antes? —Con una condición aceptó que sea mi esposa. —¿Qué quiere? —Sea la madre de hija durante seis meses. Expresa Román McGrey sin saber que Julieta Peterson fue la mujer que prestó su vientre en alquiler y es la madre de su hija. .
Leer másJulieta tiene que sentarse un momento, colocar las manos en su cabeza y ahogar los sollozos en su garganta. Un sentimiento de rabia que no puede ser diferenciada de la decepción o de la furia. Todo está unido.—Si resulta verdad ella pagará —Román se agacha hacia ella para buscar su rostro—, mírame, hey…—Tenía sospechas pero deseaba con todas mis fuerzas que no fuera así —Julieta siente los dedos de Román en su rostro—, ¿Por qué haría algo así? Mi papá la quería mucho, mucho…—Papi —pronuncia Lizzie acercándose a los dos—, ¿Por qué mami llora…?Julieta rápidamente se limpia sus mejillas al notar a Lizzie y Román se levanta para dejar que sea Julieta quien la tome en sus piernas.—No estoy llorando, linda. Sólo estoy un poco triste. Sabes que cuando estamos tristes reaccionamos así —Julieta deja salir un balbuceo que controla para no preocupar a Lizzie. Sube sus ojos—, sé que todo se solucionará pero no quiero perder el tiempo, hay que arreglar esto cuanto antes. Tiene todo de mí, se
No le ha contado a Román la verdad de su pasado, la realidad que la hizo más miserable.No será capaz de contarlo ahora. Bianca tiene sus ojos abiertos observando tanto a Lizzie como a Román, y aunque ella conoce muy bien a Román porque mantuvo con él una estricta relación en el pasado, verlo ahora hace que se congele.Román la observa.—¿Bianca Romanov? —pregunta Román dejando a Lizzie en el suelo—, ¿No es usted la mujer que hablaba con mi ex-esposa?—Eh —balbucea Bianca sin saber qué decir ahora mismo y mucho menos en ésta situación. Es la única que sabe la verdad de Julieta, y quien conoce a la verdadera madre de la niña que carga Román. La pregunta es ¿Ellos conocen la verdad?—, señor McGrey, es un placer volver a verlo. Y ver a la niña. Lo lamento, pero ya tengo que irme. Ha sido un completo placer encontrarmelos, tenga una hermosa y feliz tarde.Lizzie corre hacia los brazos de Julieta y de una vez la carga entre sus brazos tragándose las palabras porque no quiere discutir dela
Siente tristeza, siente dolor, siente impotencia. Los recuerdos golpean su mente de manera atroz. Nunca había temblado tanto antes, incluso en esa primera noche que vio a Rebecca después de años.Julieta se olvida de todo lo que existió o vivió porque ahora, después de ver a Bianca tras años de desaparición, existe un antes y un después.Retrocede por instinto, creyendo estar viendo un espectro del pasado que la atormentará de por vida, pero ese rostro lo conoce y no puede ser una memoria borrosa de su vida. Es BiancaLo único que obtiene de Bianca es una expresión de sorpresa.—Bianca, eres tú —tartamudea Julieta. El dolor comienza a aparecer—, eres tú, Bianca. ¿Cómo es posible?Pero Bianca tan sólo cierra sus labios y la forma en la que ya la está observando le dice de manera indirecta que a diferencia de Julieta, no está del todo contenta. Es la misma de siempre, con cabello rojo y piel nívea, y en su hombro lleva su cartera. Julieta se da cuenta de su teléfono en el piso y lo rec
Hierve de ira al mirarla frente a todas esa cámaras, se dirige al país por completo y tiene el aire de que ha ganado ésta batalla y que la tiene bajo su mando. Julieta suspira llena de resentimiento y aparta la mirada del televisor mientras Margot también observa de la misma forma. —Nunca me ha caído bien esa mujer…—murmura Margot—, sé que sigue siendo tu tía…—Ella no es nada mio. Dejó de serlo cuando hizo lo que hizo —Julieta se levanta y la sigue Margot—, di lo que quieras de ella que creeme, seré la última que la defienda.—Julieta, espera. Bueno, Margot. ¡Ah! Tú me entiendes —Margot la detiene por el hombro, mirándola de forma preocupada—, ¿Realmente crees que esto funcionará?—Julieta Peterson está muerta para todo el mundo. Muerta y hay un sello y una firma que lo justifica así. Tengo que sacarle provecho a eso —Julieta agradece al mesero por su atención y junto a su amiga empiezan a caminar hacia los pasillos del hospital—, no le digas nada a nadie. —¿Y la gente que te cono
—¿Lauren? —la voz de Román sale más grave de lo normal y con un tono disgustado que no deja ni siquiera que Julieta procese la situación en la que están—, Lauren, ¿Qué haces aquí?Julieta tiene que arreglarse rápidamente su ropa y bajar del mesón mientras Román, todavía en paños menores, sostiene la toalla y no la deja que de otro paso más ya que la toma de la cintura con fuerte agarre y ambos observa a Lauren, todavía postrada en esa dirección.Julietta traga saliva y con todo lo que su cuerpo estaba sintiendo, todo ese deseo se desploma en la vergüenza y en la falta de aire. ¿Qué hace ella aquí?—¡Perdónenme, en serio! ¡No era mi intención! Pero es que tu vigilante me dijo que podía entrar y no quise ser imprudente así que estaba buscando a tus señoras del servicio y creí encontrarlas aquí en la cocina. Pero, eh, bueno. ¡Lo lamento mucho! Te espero en la sala, Román. Por Dios, perdonenme —y Lauren se da la vuelta moviendo sus manos y expresándose de manera atolondrada, desaparecie
Cuando ya estaba calmada y arreglada se había encaminado hacia la habitación de Lizzie y en ese lugar, junto a la Leila y Andrado charlando frente a la bebé, encontró a la pequeña princesa jugando con su oso de peluche.Ni siquiera sabía cómo será capaz de controlar la mil y un mareas dentro de su pecho.Leila había dicho que Lizzie esperaba por sus padres y no pudo negar que algo de felicidad se apoderó en su pecho al oír “sus padres” y que ya la consideraran como una figura materna para Lizzie, así que sonrió y explicó que sólo estaban haciendo unas cosas con un carraspeo. Luego Andrade y Leila salieron del cuarto después de decirle a Andrade que comerá más tarde y a Leila que ella se encargaría de la niña a partir de ese momento. Y ahora a solas en el cuarto, durando algunos minutos, Lizzie se aferra a los brazos de Julieta sin dejar de soltar tampoco su peluche, y Julieta se pasea con Lizzie por todo el cuarto para dormirla.—Julie —llama la niña.—¿Sí, preciosa?—Mi abuela me di
Mientras maneja en la temprana noche porque dan las seis de la tarde, Román todavía está desaliñado debido a lo que acaba de pasar. Sus manos están fuertes en el volante, su cuerpo refleja el efecto de haberla probado y su ojos sólo pueden ver a la mujer que con sólo su respiración hizo que se volviera un loco o no tuviera oportunidad de controlarse. Pero su respiración ya está tranquila, al menos en estos minutos que ha dejado la casa y con eso, a la sirena que llegó a su vida para hechizarlo. Hay algo dentro de Román que lo hace rememorar hace un tiempo atrás cuando había viajado a Ucrania. Ver los ojos de Julieta aquel día que la encontró y le propuso matrimonio cambió su vida y está cambiando su vida de manera que nunca creyó, y sostenerla entre sus brazos hacen que se vuelva dependiente de protegerla desde el momento en que la ha visto dar todo de sí por las demás personas. Algo en Julieta lo atrae, lo empuja hacia ella y por más que quiera alejarse y mantener esto como lo han
No hace falta ya nada, sólo esto, donde se siente viva y libre de cualquier temor. Los labios de Román son algo que nunca imaginó: son mejores, suaves pero ansiosos, lentos pero asesinos. Los segundos no se cuentan y tampoco existen. Le agrada ésta sensación, donde Román acorrala sus dos manos por encima de su cabeza y presiona su mano desocupada en su cintura, ciñendola a él en este abrasador beso que los vuelve a ambos tontos y descuidados de los demás.Y mientras los segundos pasan el beso intensifica su vaivén y las ansias incrementan. Tanto en ella como en Román que devora sus labios como si no hubiese vivido en ellos por mil años. Siente ganas de rodear su cuello y jalonearlo más hacia sus labios pero Román está apoderado de todo su ser y en este punto no cree tener salida. Sus respiraciones se acoplan pero no cambian el movimiento que los lleva a ambos lejos de la realidad. El hormigueo en la parte baja de su vientre la hace jadear entre el beso y es cuando ya no puede más y s
—Se suponía que nos veríamos en la fiesta en algunos días. ¿No es así? Julieta es quien pregunta y su debida molestia tiene nombre y apellido. Rebecca Peterson no tiene nada qué hacer aquí y ahora y es su razón de estar molesta, tanto que si estuviese sola la sacaría a patadas de aquí. —¿Pero cómo no me voy a preocupar por ti después de todo de lo que me he enterado? —Rebecca aparenta esa preocupación que no vio el día en que volvieron a encontrarse después de años. Román no quiere que Lizzie se despierte y por esa razón se la entrega a Leila, ordenando que no se mueva del cuarto hasta que él llegue con ella. Leila desaparece con la niña pero Julieta no deja de ver el rostro de Rebecca con un odio que por primera vez observa. —Entremos —Román rompe la tensión entre tía y sobrina y señala la sala—, Rebecca. —Gracias, Román. Sigues siendo un total caballero —Rebecca le sonríe a Román y es guiada por Andrade hasta la sala de estar. Julieta aprieta los labios cuando la mira alejarse